Andrés Hurtado


Las cosas ocurrieron así. Pero (porque lo exige el guión) debo decir que hace 40 años o quizás un poco más, no conozco navidades ni años nuevos en "la civilización". Huyo siempre en estas fechas memorables "lejos del mundanal rüido". (Favor respetar la diéresis porque así está en el original). Me voy para la montaña, la selva, los desiertos o busco playas lejanas. (Dos veces atravesé el Sahara, en cuarenta días cada vez… una a pie y la otra a ratos a pie y a ratos en camello, pero no fue en Navidades. Una vez llegando a Mali y la otra a Chad, pero eso es historia de los años setenta).
Estaba, pues, en compañía de John Alexánder Bejarano, en una travesía en la selva del Vaupés. Habíamos partido de Mitú, bajado un trecho del río Vaupés hasta las bocas del Kuduyarí, río que remontamos un corto trecho para luego meternos a la selva en dirección al poblado indígena de Tapurucuara. Era 24 de diciembre y habíamos entrado a la selva hacia las 7 de la noche, si mal no recuerdo. Creíamos, equivocadamente, que llegaríamos pronto a Tapurucuara. Pero la selva estaba muy anegada y avanzábamos despacio y con mucho cuidado, linterna en mano, pues por la noche el peligro de las serpientes es mayor. Así que hacia las once decidimos buscar un lugar medianamente seco para montar la carpa. Ya lo habíamos hecho y nos aprestábamos a celebrar la Navidad brindando con unos dulces, queso y una botella de vino, cuando tuve deseos de salir a hacer algo rápido por ahí y "de menor cuantía". ¿Me hice entender? Al abrir la carpa veo una conga, luego dos, y tres y cuatro y cinco y una fila interminable que llegaba a la puerta. ¡Vaya susto! Nos pasamos largas horas, muy largas, larguísimas, hasta las tres de la mañana matando congas a zapatazo limpio hasta que creímos haberlas matado a todas; por lo menos ya no veíamos más. Ha sido la noche más memorable que he vivido o por lo menos noche memorable de Navidad. Y digo memorable, porque entiendo que este adjetivo también significa recordable y no solamente maravillosa. ¿Cómo olvidar esta Navidad pasada por congas u hormigas bala?
¿Dónde íbamos? Sí, en el caminito, ya doblando el plano de la carretera invasora e iniciando el largo descenso que nos llevaría al Parque Nacional Natural de la Cueva de los Guácharos. Allí presenciamos la lucha entre la avispa y la araña, pelea que quedó grabada en nuestras cámaras. Mis compañeros, los hermanos Daniel y Jaime Delgado, era la primera vez que presenciaban el pugilato. Quiero pensar que esta palabra está bien empleada, un poco metafóricamente quizás.
Aunque era verano, como ya lo dije, el camino estaba todavía muy embarrado y en varias ocasiones la bota tenis se nos quedó clavada en el barrizal y tuvimos que sacarla con la mano. Embarrado, sí, pero bello el camino que avanza entre bosques en esta parte intactos. Vimos muchas mariposas. En dos ocasiones se atravesó la hermosa mariposa azul, la llamada de Muzo. Este bello insecto (lepidóptero) se encuentra en Centro y Sur América. En Colombia es abundante. Son unas 80 las mariposas del género Morpho y la azul se denomina "Morphomelaneus". Es bastante difícil fotografiar las espléndidas alas azules porque cuando está en reposo junta las alas y entonces lo que se ve, son los grandes ojos pintados y el color marrón de la parte posterior, propios para disuadir a los enemigos. De todos modos también esta parte del insecto es bellísima.
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