Víctor Diusabá Rojas


Hay tantas definiciones de bravura, cuantos aficionados existen. Y no se diga si pisamos los sagrados terrenos de ganaderos y toreros. En el fondo, todas conducen al mismo punto o, al menos, a los mismos fundamentos, pero de lo que sí no cabe duda es que, en cambio, los matices que arropan esas definiciones son tan marcados que aquello (¿qué es bravura?) resulta tema de discusión bien largo y no menos ancho.
¿Te gustó la corrida?, suelta de sopetón la pregunta un hombre del toro -torero entre otras, para más señas- mientras uno trata de ganar la salida, con la emoción viva entre pecho y espalda. Y antes de procesar la respuesta, el "Sí, me gustó" fluye natural. Algo acaba de quedar allí atrás ardiendo en el ruedo, mientras las sombras se llevan la luz del día.
Algo como esa seriedad que le da a la bravura un tono de verdad que no cae con nada. Porque los toros de Fermín Sanz de Santamaría y Gonzalo, su hijo, metieron respeto, siempre. No sólo por delante, sino en las badanas, en los morrillos, en esos rabos largos y despeinados. Y más aún, cuando fueron a romperse en los caballos, donde dejaron huellas imborrables en los petos.
Por ahí comienzan las cosas en esto. Por el empaque y por la edad. Y más allá de lo que llevaban en sus formas atléticas (la corrida no se cayó, no se dolió), había pólvora allá adentro, que, como la otra, no es mala si la manejan los que saben.
Como este Eduardo Gallo que vistió de tabaco y oro para andar infumable, aparte de resolutivo. Sus toros, ambos, pusieron examen de admisión no más aparecieron en el ruedo. El primero, segundo de la tarde, se fue arriba en las varas. Menos mal encontró el brazo de Luisín, quien le administró una vara de colección y luego, en las banderillas de Devia y Giraldo, persiguió con fijeza prometedora. Eduardo se paró en donde pocos lo hacen y de allí salieron esos muletazos sentidos que la gente coreó para encumbrar una lidia vibrante y aseada. Oreja y palmas al toro.
En el otro, quinto, vino lo mejor. Gallo supo esperar, tras sentir cerca el par de puñales en los lances a pie junto. Y de allí, de la paciencia y el temple, vinieron esos naturales, dos de ellos extraordinarios, con los que coronó lo que ya había trepado alto con la mano derecha. El toro emocionó, porque la bravura hace eso: emociona y conmueve. El arte y la exigencia compartieron escenario y se fueron, por igual, en olor de multitud. Él -siempre firme, siempre quieto, siempre Gallo- con otras dos orejas en sus manos y un futuro claro en esta plaza; y el otro, de vuelta al ruedo en el arrastre.
También sacó chispas el sexto. Un tío con toda la barba, encampanado en los medios, al que le plantó cara Andrés de los Ríos. Una tarea nada fácil, en la que asomaron decisión y voluntad. Con algo más de temple, la faena hubiera subido a ver la ciudad desde la Torre del Cable. La espada le supo dar el adiós a ese, también digno de la vuelta al ruedo con que lo premiaron, mientras Andrés cobraba una oreja de peso (dos eran un exceso mayúsculo), luego de un incierto comienzo en el tercero, quizás el menos interesante de la camada.
En cambio, valió, y mucho, el bravo y encastado primero de la tarde, con el que Sergio Castaño estuvo a punto de entrar con pie derecho en Manizales, pero al final la espada devaluó lo demás, hasta escuchar un aviso. El acero tampoco le ayudó en el otro, cuarto de la tarde, un toro con el que logró algunos muletazos aislados.
Sí, gustó la corrida. Por brava y por emocionante, fuera del manual del monoencaste. Y no menos por dar la pelea allí, donde todo es más caro, en los medios. No en vano, los monosabios encontraron, al final, que los adentros, esos terrenos de la indignidad donde se refugian los mansos, estaban vírgenes luego de seis batallas. Por algo sería.
Ficha de la corrida
Feria de Manizales 2013
Seis toros de Mondoñedo
Bien presentados y exigentes. Premiados con la vuelta al ruedo quinto y sexto. Palmas para primero y segundo. División de opiniones en los arrastres de tercero y cuarto.
446, 464, 444, 476, 454 y 486 kg.
*Javier Castaño
Grosella y oro
Palmas y silencio
*Eduardo Gallo
Tabaco y oro
Oreja y dos orejas
*Andrés de los Ríos
Fucsia y azabache
División de opiniones tras dos avisos y oreja
Detalles:
Dos tercios de entrada. Tarde fresca.
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