María Carolina Giraldo


Modificar un rasgo cultural es un asunto complejo, que suele tomar años. Siglos de dominación han hecho que el proceso de alcanzar la libertad de la mujer sea lento y complicado. Uno de los principales obstáculos en este camino, que por difícil a veces parece utópico, somos nosotras mismas.
Todavía encuentro mujeres que tienen cifrada la felicidad y el éxito en el hecho de encontrar un príncipe azul. No conciben la vida sin ese hombre que las rescate (¿no sé de qué?), que venga a llevarlas a una casa mágica en la cual ellas puedan jugar el rol de mujeres y mamás perfectas, como final feliz de un magnífico cuento de hadas.
¿Por qué no detenerse a preguntar sí es posible la felicidad por fuera de ese modelo impuesto? ¿Qué pasa si ese príncipe a los pocos días se convierte en ogro? ¿Por qué el estado anímico de una mujer y su realización personal todavía son medidos socialmente por su estado civil y su posibilidad de reproducción?
La libertad implica tomar decisiones y hacerse responsable de ellas, tal vez por eso muchas mujeres sigan esperando a ese mesías, ese otro que les resuelva sus problemas, su príncipe azul.
También conozco mujeres valientes, que han decidido hacerse cargo de su felicidad y su éxito, que no necesitan muletillas para sentirse plenas. Ellas decidieron vivir a su manera. Algunas se han casado y tienen matrimonios felices, no todas han tenido hijos, otras se han separado, algunas viven solas o encontraron el amor al lado de una mujer y no de un hombre, pero la realización de su vida no reside en otros, solo en ellas mismas.
Sin embargo, después de hacer una evaluación imperfecta, puramente subjetiva y hasta irresponsable encuentro que son más las mujeres que le temen a la libertad. Esta situación, que hace parte de la esfera privada, se ve reflejada en el ámbito público donde, a pesar de la ley de cuotas, el presidente Santos sigue buscando mujeres para integrar el gabinete y ocupar otros cargos relevantes en la Rama Ejecutiva del Poder Público. Se va a reelegir a un Procurador que, en el ejercicio de su cargo, evangeliza con base en sus creencias personales, las cuales consideran pecado el hecho de que la mujer decida sobre su cuerpo. Al parecer, la Corte Constitucional prefiere no darle de frente la cara a las madres lesbianas de Medellín que buscan la custodia legal de su hija, sin importar que un buen número de niños en este país son criados por madres cabeza de familia y abuelas que apoyan a sus hijas en este proceso. La edición conmemorativa de los 30 años de la revista Semana solo encontró dos colombianas ejemplares, junto con once hombres, Shakira y Sofía Vergara.
¿Si no somos capaces nosotras de dotarnos de libertad, entonces quién lo hará?
Nota: Afortunadamente, no todo es tan gris, mientras escribía esta columna, la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Manizales escogió como Presidenta Ejecutiva de la entidad a una mujer maravillosa que cuenta con todas las cualidades y requisitos para cumplir un excelente papel. ¡Buen trabajo!
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