María Carolina Giraldo


Con esta última columna que dedico al tema de la crisis cafetera, busco abordar algunas posibles soluciones, porque considero que la forma como se está dando el debate sobre la situación de la caficultura, concentrado en los subsidios al producto y en la debilidad del gremio cafetero, es poco propositivo y deja de lado algunas dificultades estructurales del sector.
Tal vez la solución que tendría el mayor impacto sobre los ingresos del productor y la capacidad de mantener el cultivo de manera eficiente es frenar la apreciación de la tasa de cambio. Este no solo es un clamor de los caficultores, todos los sectores productivos están pidiendo al Gobierno que tome medidas más agresivas para controlar la revaluación del peso.
En este sentido, esta coyuntura debería servir de escenario para que el país adelante un debate abierto, sincero y público sobre la forma de desarrollo que se debe adoptar. Los recursos provenientes de la minería deberían destinarse para dar impulso competitivo a algunos sectores estratégicos de la economía entre los cuales estaría, indudablemente, el café. Este debate tiene fuertes connotaciones políticas, ya que implica sacrificar algunos sectores que no presentan ventajas sociales, ni cooperativas, ni competitivas, sin embargo, es mejor hacerlo más temprano que tarde. Sería lamentable ver los recursos de la minería desperdiciados en elefantes blancos, carruseles de corrupción y amiguismo, mientras el país se sume en la pobreza. Ejemplos de estas situaciones se pueden encontrar en los municipios mineros de Colombia y también en países vecinos, ojalá no sigamos esos caminos.
Con el fin de mejorar la productividad del cultivo, se hace necesaria la adopción de estímulos y ayudas financieras y la implementación de programas que permitan a los cafeteros tener acceso a ventas a futuro y coberturas cambiarias. También se requieren programas que fomenten la asociatividad, así como una política de tierras que permita aumentar el área cultivada. Adicionalmente, no pueden descuidarse los programas de innovación, ciencia y tecnología que permitan tener una caficultura más tecnificada.
Paralelamente, se hace necesario flexibilizar el esquema de comercialización, que permita la entrada de más competidores a la cadena y premien los beneficios por la agregación de valor al producto final. En este marco, es prioritario iniciar políticas encaminadas a la implementación de prácticas sostenibles en la producción del grano, con el fin de obtener certificaciones e incursionar en mercados más sofisticados que premien al productor con un mayor precio. Por su parte, el consumo nacional sigue siendo bajo, ampliar el mercado interno sería otra estrategia para mejorar los ingresos de los cafeteros.
En este sentido, los retos para la Federación Nacional de Cafeteros son inmensos, y ponen en evidencia la necesidad de reformar el Gremio para que pueda responder, de manera eficiente, a las necesidades del sector. La Federación debería estudiar la posibilidad de modificar su estructura y dejar que más actores entren a participar en la cadena de comercialización y distribución del café. Paralelamente, podría fortalecerse como certificador de la calidad del grano, así como de prácticas sostenibles en su producción.
Por su parte, los recursos del Fondo Nacional del Café deben dedicarse, de manera exclusiva, a mejorar las condiciones de producción y comercialización del grano. Durante muchos años, los recursos de este Fondo han estado encaminados a suplir vacíos en la ejecución de políticas sociales del Estado y al impulso de distintos sectores productivos. En este sentido, es fundamental que el Gobierno se encargue de las necesidades sociales de las áreas rurales cafeteras y que los recursos del Fondo se dediquen, exclusivamente, a la competitividad de la caficultura.
Así pues, sería importante llevar a cabo el Congreso Cafetero y poner en marcha la Comisión de Expertos que se designó en el pasado Congreso del Gremio, el cual, para esta fecha, debería estar entregando los resultados sobre la modernización de la institucionalidad cafetera.
Hagamos el ejercicio de pensar en un escenario donde los productores rurales tuvieran acceso a salud y educación de calidad, seguridad, vías de acceso de buenas especificaciones, coberturas cambiarias, mercados flexibles y medios de comunicación efectivos, así las cosas, es posible que a los cafeteros les quedaran recursos para fertilizar, producir cafés especiales y vivir del grano.
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