María Leonor Velásquez Arango


En mi anterior columna, a propósito del pacto nacional que se está promoviendo desde Bogotá por una educación de calidad, mencionaba que los acuerdos firmados en el papel no son suficientes para cambiar el rumbo de una sociedad. ¿Qué se necesita para lograr resultados en una transformación como la que hemos venido promoviendo, desde el año 2010, en el proceso participativo ‘Estoy con Manizales’? Con esta inquietud llegué este sábado al blog de Francisco Manrique www.semana.com/opinion-online/entrada-blog/el-blanco-negro-contraste-dos-agendas-desarrollo/378428, quien acaba de llegar de la Conferencia del World Innovation Summit, en el Silicon Valley California, como invitado a presentar los avances que ha tenido Colombia en la construcción de un ecosistema de innovación; en su blog hace referencia al nuevo paradigma de desarrollo que está emergiendo en el mundo, donde se pasa del control de la producción a la creación colectiva, de la formación de clusters a la conectividad humana, de nunca fallar a hacerlo de manera rápida y económica, de planear los resultados a experimentar, adaptar e iterar, de la neutralidad de la moral a la importancia de los valores en el desarrollo y, del énfasis en los resultados a eliminar las barreras sociales. Dice que al buscar las razones del éxito de regiones como el Silicon Valley hay una agenda explícita que muchos tratan de copiar pero hay una agenda implícita que está en la cultura, que se define por las creencias y los valores que informan a los modelos mentales de la gente.
La reflexión de Francisco se centra en lo que está sucediendo en regiones y países que hoy son referentes mundiales de las llamadas economías basadas en el conocimiento, como la del Silicon Valley, frente al deterioro cada vez más visible de países Latinoamericanos como Argentina y Venezuela ¿Qué pasaría si pasamos la reflexión a nuestro ámbito local? ¿Qué pasa con los esfuerzos e iniciativas de transformación que se adelantan en la Ciudad-Región buscando un desarrollo sostenible, una región más competitiva y una mejor calidad de vida? ¿Dónde están las verdaderas barreras para avanzar en la dirección correcta? ¿Qué nos falta o qué nos sobra o qué deberíamos hacer diferente? Desde mi punto de vista y tomando algunas de las reflexiones de Francisco en su columna, yo diría que nos hace falta pasar de los temas visibles a los temas invisibles, de las acciones a la forma de pensar, a las creencias y valores que definen nuestra cultura; porque es probable o tal vez seguro, que nuestras barreras para una transformación exitosa no estén en los proyectos en sí mismos, sino en nuestra capacidad o incapacidad para trabajar de manera colaborativa, en nuestra facilidad o dificultad para aceptar lo que es diferente, en nuestro conocimiento o desconocimiento de nuestra riqueza, en nuestra capacidad o incapacidad para asumir riesgos, en nuestra humildad o arrogancia frente a lo nuevo. No me interesa hacer juicios sobre qué tanto estamos de un lado o de otro, más bien me gustaría invitarlo(a) a revisar en qué lado está usted y qué podría hacer para moverse a la otra orilla, si esa fuera una alternativa.
Desde Estoy con Manizales hemos venido proponiendo una visión y un modelo de ciudad enfocados en mejorar la calidad de vida de ciudadanos y visitantes, una propuesta donde más allá de los documentos que hacen parte del plan, se busca promover un proceso participativo basado en la colaboración alrededor de un propósito común. En este ejercicio hemos tenido logros tan visibles como los 99.205 votos por la educación y tan invisibles como la creación de una comunidad de aprendizaje alrededor del desarrollo de la Ciudad, con más de 80 personas voluntarias que participan en diferentes instancias: un comité asesor encargado de legitimar y articular el proceso con otras iniciativas y decisiones del territorio; un grupo promotor que, desde la diversidad, retroalimenta y multiplica el proceso en sus ámbitos de influencia; unas mesas de trabajo en temas de educación, territorio, desarrollo económico, cultura ciudadana, comunicaciones e institucionalidad.
El planteamiento para este período es fortalecer la credibilidad y confianza de ciudadanos e instituciones en esta propuesta de transformación de largo plazo; esto quiere decir, información permanente y espacios de participación que hagan visibles los avances y logros, formación de multiplicadores del proceso que puedan abrir espacios de conversación con diferentes grupos de la ciudad. Cada mesa de trabajo tiene un plan para desarrollar en este período. La mesa de educación con una propuesta de 3 variables para superar las brechas frente a una educación de calidad; la mesa de territorio con los lineamientos para el modelo de ocupación como insumo para la revisión y reformulación del POT; la mesa de desarrollo económico enfocada en la definición de los pilares para la competitividad de la Ciudad-Región; la mesa de comunicaciones con una estrategia para acercar y visibilizar el proceso a los ciudadanos; la mesa de institucionalidad con la firma de un acuerdo marco entre las instituciones públicas y privadas que avalan, financian y dan legitimidad al proceso. Sin embargo, siguiendo la línea propuesta por Francisco Manrique, diría que la tarea más gruesa y probablemente de más largo aliento es la de la mesa de cultura ciudadana, donde necesitamos empezar a permear y traducir los valores que acompañan la visión de ciudad en comportamientos cotidianos alrededor del respeto, la apertura, la solidaridad y la confianza. Los valores son la base de la sociedad porque nos permiten construir relaciones sanas con los demás tanto en el ámbito personal, como en lo laboral, académico y de negocios ¿Qué quieren decir estos valores para cada uno de nosotros? ¿Cómo los ponemos en práctica? ¿Qué pasa cuando no están presentes en nuestras relaciones? ¿Qué necesitamos mirar diferente y aprender para fortalecerlos?
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