Flavio Restrepo Gómez


La buena política, entendida como el arte de gobernar a los pueblos, buscando el bienestar general sobre el particular, es hoy una quimera en la mente de algunos ilusos que todavía creen en la bondad de los hombres públicos. De esos que se presentan como acrisolados para vender sus candidaturas, pero después sacar a flote todo el cúmulo de sus defectos, de sus intereses personales y los de sus partidos políticos con sus concupiscencias, de la gente que los apoya, tan cuestionada, tan corrupta, tan cínica.
Cuando vienen elecciones, todo se paraliza. Se entra en una competencia de búsqueda de apoyos y de adeptos, vendiendo imágenes de los que quieren ser elegidos. Los que eligen parecen entonces ser muy importantes, pero la verdad es que no lo son. Solo tienen el valor que representa la utilidad de su voto. Sus verdaderas necesidades no fueron, no son y no serán resueltas. El bienestar común no es una prioridad. Prioritario es hacerse al fortín político que se encuentra cuando un politiquero gana una elección. Para ellos una mina, un potosí. Maldito potosí, vergonzosa mina.
La prosperidad general sigue siendo secundaria, cuando colocada al lado de los intereses individuales. De esa forma de hacer política, pocos se lucran a expensas de muchos, que todavía creen en las promesas de los que les han mentido siempre, creen que esta vez sí les van a cumplir, que ahora sí van a acordarse de ellos. Pero no, una vez elegidos, lo electores son olímpicamente olvidados, el interés general deja de existir como prioridad, para dar paso a las maquinaciones de grupúsculos de poder, de insaciables políticos que tienen apetitos voraces, que no encuentran algún día, algo que los satisfaga, distinto a necesitar más y más, cada vez más. En fin, la noble política convertida en una damisela cualquiera por cuenta de sus desvergonzados proxenetas.
Ahora estamos ante la realidad de próximas elecciones para Gobernador de Caldas. Tres candidatos diferentes con tres programas idénticos, como calcados de un cuento, de un manual de buenas promesas de gobierno.
¿Cuál es la diferencia real entre lo propuesto por los tres candidatos? Ninguna. Simplemente se diferencian en el origen de los apoyos que tienen. Los reductos de lo que fuera la vieja coalición, con todas sus purulencias, al lado de los fortines de la nueva coalición, aliada de la primera y contra todo lo predecible o pensable, mucho más corrupta que ella.
Augusto León Restrepo, candidato de la coalición con su lema de: "Para volver a creer". ¿Para volver a creer en qué, si la coalición ha mantenido el poder en los últimos 40 años en Caldas? ¿Volver a creer en ellos, o volver a creer en que en Caldas se puede hacer política de manera diferente a como se acostumbró con ellos, desde que esa coalición se aferró al poder? Suena a cuento chino eso de que van a cambiar las costumbres políticas, si la ejercen los mismos que hicieron esas costumbres.
Unas promesas etéreas e intangibles que llenan el imaginario, pero que no pasan de ser el estribillo de los vendedores de humo. En salud hacen promesas cantinflescas: "Garantizaremos el efectivo acceso de las personas a los servicios de salud, mediante el empoderamiento de las comunidades a través de los mecanismos de participación. Apoyo para la dotación de los hospitales de baja y mediana complejidad para garantizar mejores condiciones de atención". ¿No fueron acaso ellos los que permitieron el cierre del Hospital de Palestina, para que sigan atendiendo los pacientes en Chinchiná? Un pueblo sin hospital, es como un pueblo sin escuela o sin iglesia, pero más jodido.
Julián Gutiérrez, apoyado por el partido de la U y el conservador sierrista, con el estribillo de: "Para continuar el rumbo". Tener el apoyo de Lizcano es lo mismo que no tener nada bien habido. Tener el del Sierrismo, es estar en el turno con el cual, este movimiento que dice ser de Salvación Nacional, pero que no es nacional, ni ha sido de salvación, juega en estas elecciones.
Significa entonces que el rumbo que sigue Caldas, es el que ellos consideran digno para un departamento que merece mejor suerte, que la de continuar en las mismas en manos diferentes, más escrupulosas sí, pero no menos impúdicas.
Dicen en salud: "Garantizaremos el efectivo acceso de las personas a los servicios de salud, mediante el empoderamiento de las comunidades a través de los mecanismos de participación social. Cirugías ambulatorias y medicina especializada en los municipios". ¿Qué hicieron los congresistas de la U y del Sierrismo para evitar el cierre del Hospital de Palestina? ¿Qué han hecho para darle a Marmato el hospital que merece, para no tenerlo regado en 6 casas, que ni son hospital, ni sirven para atender a la gente de región tan sufrida y pobre? Nada. Promesas, tan solo promesas como dice la canción.
Eugenio Marulanda, con el respaldo de ASI y el movimiento Verde, tiene una propuesta tan etérea, llena de conceptos bonitos y nada más, que no pasan de ser promesas de casas en el aire, buenas intenciones y cero realizaciones.
Llegó la hora, y no se avizora un cambio, distinto probablemente al de las manos que manejen el poder. Amanecerá y veremos, como dijo el ciego. Ojalá estemos equivocados.
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