Andrés Felipe Betancourth


Entre 1976 y 2009 en el territorio de la isla que conocimos como Ceilán, hoy Sri Lanka, se libró una de las tantas confrontaciones étnicas que han enlutado la historia reciente de África y Asia. Los "Tigres de Liberación del Eelam Tamil", conocidos también como "Tigres Tamiles" llegaron a ser una importante fuerza separatista, con cerca de 20 mil combatientes hombres y mujeres, e incluso dotación de barcos y aviones desde los cuales combatían los "Tigres del mar" y los "Tigres del cielo".
Una guerrilla de dichas características y dotaciones, en un país de un poco más de 18 millones de habitantes, no parecería fácil de vencer militarmente. Sin embargo, en mayo de 2009 el gobierno de Sri Lanka anunció la derrota militar de los Tigres Tamiles, reafirmado por el anuncio de la misma guerrilla del cese de sus operaciones militares, luego que los meses previos hubiesen sido sitiados por las fuerzas gubernamentales y pese a resguardarse en medio de las comunidades campesinas de las zonas declaradas de "no agresión" para evitar la persecución del ejército oficial.
Hago este recuento para proponer una reflexión sobre los caminos que nos quedan para la búsqueda de la paz, o al menos de la supresión del conflicto con los grupos guerrilleros en Colombia.
El actual proceso de diálogo con las Farc y los eventuales diálogos con el Eln sin duda han estado cargados de sucesos infortunados que parecieran estar destinados a deteriorar las esperanzas de quienes creemos en salidas negociadas: La guerrilla sigue atentando contra el ejército y contra la población civil y no cesan los secuestros. El Gobierno Nacional mantiene un discurso guerrerista en parte de su gabinete, y parte de los medios de comunicación tergiversan información y hacen ecos exagerados de situaciones tan triviales para un proceso como unas fotografías sin contexto. Sin embargo, pese a las imperfecciones del camino, hay que reflexionar si resistirse a caminarlo nos va a llevar a la situación que deseamos.
En el caso de Sri Lanka, luego de fallidos procesos de diálogo y acuerdos "de papel", el gobierno optó por la solución militar y la "derrota" que varios reclaman en Colombia. Fruto de ello, se reportaron más de 150 mil civiles muertos de la etnia Tamil, sin contar los que se estiman desaparecidos o escondidos por las propias fuerzas gubernamentales. Como es de esperarse, si una guerrilla se repliega ante la persecución, buscará refugio en el pueblo donde estuvieron sus orígenes, incrementando para estos el riesgo al ponerlos en medio de la confrontación. Eso hicieron los Tigres Tamiles, y expusieron a bombardeos a su etnia. Eso ha hecho la guerrilla en Colombia, y ha expuesto a los campesinos de sus pueblos de origen a la arremetida, en ocasiones excesiva, de las fuerzas del Estado. Eso ocurrirá de nuevo si volvemos al fallido camino de la fuerza y la derrota por las armas.
Resulta inaudito que las aspiraciones electorales de algunos polaricen las opiniones acerca de un proceso de negociación y discusión, quizá el más serio y estructurado -no perfecto- de las últimas décadas.
Comparto esta reflexión como habitante que fui por muchos años del oriente de Caldas, zona de influencia y control de alias "Karina". A su accionar delictivo le debo la pérdida de varios amigos cercanos, líderes comunitarios, comerciantes e incluso niños que jugaban en terrenos minados. Incluso, al Frente 47 le debo un par de ocasiones de sentir la muerte "a las espaldas". También a mí me indignan sus salidas a los medios como "Gestora de Paz", pero debo confesar que la prefiero en esa condición a la de comandante de un frente sanguinario y desalmado. En general, a los guerrilleros los preferiría de congresistas, más que de secuestradores, siempre que antes de la primera condición se agoten las opciones que la ley y la justicia transicional permitan.
La negociación con los grupos guerrilleros colombianos es apenas el primer tramo del camino de la construcción de una paz que no hemos conocido las últimas tres generaciones de colombianos. Puede ser que el camino actual tenga huecos y no esté totalmente bien trazado, pero las opciones militares equivalen a pretender saltar los huecos, y eso siempre tendrá mayores riesgos.
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