‘No importa cuánto se beba, es cómo afecta el licor’ es el titular de un artículo del fin de semana en este diario, a propósito del Congreso Regional de Alcohólicos Anónimos (AA) que tuvo lugar en Manizales este fin de semana. El alcoholismo según la Organización Mundial de la Salud es una enfermedad progresiva, incurable y mortal, muy dolorosa para el que la padece y probablemente más para los familiares y amigos. Una enfermedad compleja que, tal vez saca lo peor del ser humano y al mismo tiempo puede convertirse en una gran oportunidad de aprendizaje y crecimiento para quienes la sufren o han sido afectados de alguna manera por ella. Como el alcoholismo hay muchas otras adicciones que tienen efectos igualmente nocivos para quienes las padecen, me refiero a las drogas, la comida, el sexo, el trabajo, el juego, el Internet, entre otros.

AA es un movimiento internacional, sin ánimo de lucro y sin afiliaciones religiosas o políticas, de ayuda para el alcoholismo, fundado en 1935 por William Griffith y Bob Smith en Akron, Ohio (EE.UU.), comunidades de hombres y mujeres que comparten su experiencia, fortaleza y esperanza para resolver el problema común y ayudar a otros a recuperarse, el único requisito para ser miembro es querer dejar el alcohol. El trabajo que se desarrolla en estos grupos está basado en lo que se llama ‘los doce pasos’, un ejercicio de reflexión espiritual que empieza por reconocer que ‘tenemos un problema que no podemos manejar solos y necesitamos ayuda’. Un programa que ha sido exitoso para muchas personas por más de 75 años y que nos deja varias lecciones que podríamos revisar, no solo desde el punto de vista de otras adicciones, sino también de la manera como encaramos los problemas en nuestras familias, en nuestras organizaciones y en nuestra sociedad, con o sin adicción al alcohol.

La primera lección positiva que quiero resaltar, es la valentía para reconocer que se tiene un problema ¿Cuántas veces hemos tratado de minimizar, ocultar o negar que estamos en dificultades, antes de ponerlas sobre la mesa y reconocerlas? Qué difícil es pararnos ante un espejo y ante nuestra familia, amigos, compañeros o jefes y aceptar que hicimos algo de lo que no nos sentimos orgullosos, que tenemos agendas ocultas, que hemos sido desleales o deshonestos. El camino fácil es tratar de que nadie se dé cuenta, lo malo es que cuando hay algo que no está bien, tarde o temprano se revienta por algún lado. Las crisis no aparecen de un momento a otro, generalmente son el resultado de algo que al principio era pequeño, a lo que no se le dio mucha importancia o tal vez trató de ocultarse, para no generar un problema mayor que, finalmente, terminó saliéndose de las manos.

La segunda lección que me parece interesante recoger, es la humildad, un tema difícil en el plano personal y tal vez más complejo desde el punto de vista organizacional; porque a veces creemos que humildad es agachar la cabeza y hacernos insignificantes, pero el verdadero sentido de la humildad es ser capaz de reconocer que como todos, tenemos limitaciones, que no somos ‘todo poderosos’ y que hay cosas que se salen de nuestro control. Tampoco es un tema fácil, especialmente en una época donde, en general, se da tanto valor a la imagen, a la moda y a la apariencia por encima del contenido, la esencia y la persona. La incapacidad de reconocer nuestras limitaciones y sentirnos iguales a los demás, nos resta posibilidades en nuestro desarrollo espiritual "la capacidad de conectarnos con nosotros, con el otro y con un Ser Superior" y también nos limita las posibilidades de aprender "el camino del aprendizaje empieza cuando somos capaces de decir con sinceridad ‘NO SÉ’".

Una tercera lección que podríamos recoger es el apoyo incondicional a quienes llegan buscando su recuperación. Un ejemplo muy interesante sobre lo que es el verdadero sentido de la colaboración ‘lo que solo podemos hacer juntos’; trabajar en una tarea común, compartir información y apoyarse mutuamente. Los grupos de AA son una inmensa red de colaboración que funciona basada en pequeños puntos de encuentro locales que se conectan a nivel regional, nacional y mundial; comparten una filosofía basada en el respeto y aceptación del otro, se apoyan en documentos y literatura especializada, estudian, reflexionan y se nutren del conocimiento y las experiencias diferentes de cada uno de sus integrantes, quienes se encuentran desde la necesidad de sobrevivir y llevar una vida ‘normal’.

Estas tres lecciones que salen directamente de lo que es la experiencia de los grupos de AA están totalmente relacionadas con el fortalecimiento de una cultura de innovación, tema que cada vez cobra más importancia en la superación de nuestros problemas sociales más complejos y en la generación de nuevas oportunidades hacia el futuro. Valentía, estar dispuestos a asumir riesgos, buscar opciones sabiendo que podemos equivocarnos y fracasar y que esto es parte del aprendizaje. Humildad, capacidad de decir ‘NO SÉ’ y aceptar que otros pueden tener mejores respuestas que nosotros y que siempre hay un espacio para nuevos conocimientos. Colaboración, reconocer que nuestro conocimiento no es suficiente y que necesitamos hacerlo con otros para lograr nuestro propósito. El resultado de esta ecuación Va+Hu+Co es la construcción y fortalecimiento de una red que se mantiene a lo largo de los años y de la cual muchas personas dan testimonio de su valor. ¿A qué tema de su vida, de su familia, de su trabajo, de su comunidad, le podría aplicar esta ecuación? ¿Cuál es ese tema que le cuesta mirar de frente y que podría estar convirtiéndose en una bomba de tiempo? ¿Cuál es esa situación que parece quedarle grande y sobre la cual ha dado tantas vueltas sin encontrar salida? ¿Cómo podría empezar a crear una red de colaboración en función de esta situación?