Jorge Raad


Los colombianos que se interesan por temas relacionados con las encuestas, sin importar su clase, y a quienes permanentemente les conciernen los aspectos políticos del país, tuvieron una semana convulsionada por los resultados de la investigación telefónica realizada autónomamente por Gallup, una entidad conocida y experta en la materia de preguntar sobre personas y muchas cosas, enlazadas o no.
La temática no fue conocida totalmente, porque cada medio de comunicación compra los derechos y los utiliza en la medida de sus intereses informativos o de análisis, tanto lo que ellos o sus patrocinadores desean, como lo que creen que desean conocer sus fieles adeptos, con el fin de que entre los ciudadanos se produzcan efectos deseados positivos o negativos a través de la radio, la televisión, la prensa o cualquier otro medio masivo de comunicación, produciendo al menos una encrucijada aunque para algunos ello sea un cisma para sus deseos.
La cifra más analizada, aunque hay otras contundentes, fue la obtenida a la pregunta sobre el señor presidente de la República en cuanto al concepto sobre su persona y gestión, que termina siendo confundida en una sola y de allí se expresaron infinidad de opiniones y proyectaron posibilidades sobre el futuro electoral más que el político del señor Juan Manuel Santos, aunque dos en uno aquí si cabe.
Pareciera en algunos círculos humanos que no estar en la lista de las preguntas ni de los cruces de las respuestas, los deja por fuera para ocupar espacios en la vida nacional o regional o local. El poder de las encuestas con contenido o extrapolación de cifras sobre el gobierno y sus actores es demoledor en un país en donde generalmente no hay cultura política y el mejor ejemplo fue la abstención que hubo en Caldas en la reciente elección.
Cada quien utiliza los datos como a bien tiene. Pero hay que expresar que las cifras solas sin una adecuada reflexión sobre ellas pueden conducir a erróneas decisiones en cualquiera de los significados aparentes o encubiertos que permiten los datos.
Uno de los problemas que se suscitan entre los colombianos del común y derivado de la reciente encuesta es la ausencia de cifras obtenidas en otras ciudades distintas a las cuatro capitales en donde fue realizada. Los técnicos asumen que el diseño de ella permite extrapolar los resultados para todo el país, lo que sin ser exactamente cierto es una tendencia de la opinión de los colombianos. Aunque por grupos específicos los resultados podrían ser diferentes según el territorio. Para los que conocen de encuestas en asuntos políticos electorales, el veredicto final solo lo da la urna, mientras tanto todo oscila entre la esperanza y las cábalas.
Con los resultados de las encuestas, unas técnicamente realizadas y otras que son mamarrachos, sobre mercadeo hasta las baladíes, se puede hacer de todo, desde promocionar lo que sea hasta obtener datos que en ocasiones se convierten en un yugo para la población.
Actuar solamente por las encuestas es peligroso, pero ignorarlas del todo es una necedad, cada quien debe estar en capacidad de comprenderlas para utilizarlas adecuadamente. Las encuestas contratadas por entidades no son lo mismo que aquellas que se hacen con independencia y luego se utilizan los datos. Aquí el sesgo no es de la encuesta sino de quien utiliza y analiza las cifras.
Si se hiciera caso a las encuestas el 0,1% de la población tendría que desaparecer, indeseable pero posible, en beneficio del otro 99,9%. Las decisiones importantes, incluyendo las políticas en la democracia, porque no hay otra manera, deben tomarse basados en un estricto análisis de los elementos a favor o en contra de quienes las toman o a quienes van a favorecer o a lesionar. Lo demás es especulación.
Nota: Ayer, el señor ministro de Salud dijo que con la nueva ley de salud los hospitales universitarios podrían certificar especialistas sin las universidades.¡No tan rápido ministro!
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