José Jaramillo


De la parafernalia logística de la reciente cumbre de mandatarios americanos, que fue excelente, solo deslució el lapsus cometido por Shakira, cuando al cantar el himno nacional de Colombia dijo ublime por sublime. Y quién dijo miedo. Criticones y burlones se dejaron venir por todos los medios, con comentarios y chistes de mal gusto, para tratar de ridiculizar a la cantante, por muchos títulos orgullo de nuestro país y una de las pocas personas que nos hace sacar pecho a los colombianos en cualquier parte. Una máxima de convivencia y tolerancia dice que "quien se burla de sí mismo es un humorista y quien se burla de los demás es un bellaco".
Los responsables de la organización del evento cartagenero hicieron un trabajo impecable. Pero no tuvieron en cuenta que un himno patriótico debe interpretarlo una orquesta, o banda, y no un solista a capela, menos si su especialidad es el rock, el pop o cualquiera otro ritmo moderno. La música del Himno Nacional de Colombia fue escrita para tenores. De ahí el destemple que se oye en los actos oficiales, y en los espectáculos públicos, cuando los participantes, "con profunda emoción patriótica", como solía decir el presidente Guillermo León Valencia (1962-1966), y la mano puesta en el pecho, cantan: "(...) comprende las palabras del que murió en la cruz". Y de ese "que", que corresponde a la nota más aguda, se caen casi todos, para formar el gran desorden coral, como cuando se echan a rodar tarros vacíos por unas escalas, en medio de un concierto.
Con más mística colombianista que realismo, en la escuela nos decían algunos maestros que el nuestro era el tercer himno más hermoso del mundo, después de la Marsellesa de los franceses y del canto patriótico mejicano. Con la perspectiva del tiempo, y las reiteradas lecturas de poesía, se puede concluir que los versos de don Rafael Núñez son tan extensos como malos. Los salva la música del maestro Oreste Sindici, quien era tenor operático, e hizo tal melodía para ese tipo de voz. Marta Senn jamás ha interpretado el Himno Nacional de Colombia, porque dice que no es apto para voces femeninas. Y ella de eso sí sabe.
"El solitario del Cabrero", como se le llamaba a Núñez, además de traicionar a su partido, el Liberal, para llegar al poder en 1885, era un poeta mediocre. Pero como era el Presidente de la República, sus versos fueron acogidos por los incondicionales del gobierno como himno oficial de la República. Hay partes que son un verdadero galimatías, como aquello de que "la virgen sus cabellos arranca en su agonía / y de su amor viüda los cuelga del ciprés". Lo de la diéresis a viuda es para disolver el diptongo y estirar la palabra, de manera que complete el verso alejandrino, lo que tampoco logró el autor, porque le quedó de trece sílabas y debía ser de catorce.
En cuanto al sentido de lo dicho en los dos versos citados, según monseñor Fabio Sánchez Cardona, se refiere a que las novias de los soldados muertos en campaña quedaban viudas y vírgenes; y en su dolor se cortaban el cabello y lo colgaban de un ciprés, árbol conífero usual en los cementerios antiguos. Yo a Monseñor le creo, porque es muy culto e ilustrado, y suficientemente perspicaz como para desentrañar esa idea. Pero a la gente común y corriente le parecen absurdos. Y por el estilo son todos los de las catorce estrofas del himno, con las que torturaron nuestra niñez, obligándonos a aprenderlas de memoria.
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