Luis F. Gómez


El papa Francisco desde el inicio de su pontificado no ha cesado de mandar mensajes muy claros sobre la renovación que quiere imprimirle a la Iglesia. En la exhortación apostólica La Alegría del Evangelio que escribió a finales del año pasado, hay muchos elementos, de los cuales quisiera resaltar los siguientes.
La descentralización de la Iglesia. El papa quiere devolverle a las Conferencias Episcopales de los respectivos países mayor autonomía para discernir sobre las problemáticas que se plantean en cada región del planeta. Se observa aquí el deseo de responder desde las regiones a sus propias problemáticas y no esperar que Roma legisle para todo el mundo. Esta nueva dinámica le puede dar una diversidad interesante a la Iglesia y mucha pertinencia en cada región. El papa habla de "avanzar en una saludable descentralización".
Misión principal acompañar a la humanidad. Habla que la Iglesia debe abajarse hasta la humillación si es necesario y asumir la vida humana, es la única manera como el evangelizador tiene "olor a oveja". Y ese acompañamiento se debe hacer con mucha paciencia y evitando maltratar límites.
Conversión del Papado en clave pastoral. Sabe que el ejemplo comienza por casa, por ello comenta que tiene la conciencia de pensar en una conversión del Papado en una clave pastoral. Por ello dice que el papado y las estructuras centrales de la Iglesia Universal hay que evaluarlos. Las reformas que el papa Francisco tiene en mente son muchas, y la clave es estar más abiertos a escuchar el llamado a una conversión pastoral. El papa aboga por una Iglesia mucho más cercana a los feligreses y al mundo; que hable de los temas que interesan a la gente y que sea mucho más sintonizada con ellos.
Una iglesia misericordiosa. Dice el papa que la mayor de las virtudes es la misericordia. Y explica que: "las obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu". Es claro que la fe se hace activa por la caridad. Fe y Caridad van totalmente ligadas.
Una Iglesia que no imponga cargas pesadas a los files. Citando a Santo Tomás y a San Agustín el papa insiste en la moderación para no hacer pesada la vida de los fieles y evitar que la religión se convierta en una esclavitud. Aboga por una reforma de la Iglesia en este sentido y que ese sea el criterio para la predicación.
El confesionario no debe ser una sala de tortura. Tal cual lo dice el papa, y añade, que el confesionario sea un lugar de la misericordia del Señor que estimula a hacer el bien posible.
La Eucaristía alimento para los débiles. Afirma el papa que la Eucaristía, que es plenitud de la vida sacramental, no se debe comprender como un premio para los perfectos, sino como un "generoso remedio y un alimento para los débiles". Y va más allá, hace una profunda autocrítica a la manera como se actúa en la Iglesia: "A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".
Una iglesia que sale al encuentro. Señala el papa que la Iglesia sea un lugar de puertas abiertas, ya en otras homilías había señalado la importancia de salir a las fronteras. Invito a la lectura orante de este maravilloso documento del papa Francisco. Para comprenderlo en toda su magnitud y con el contexto completo para una fiel interpretación. Este documento refrescará mucho a la Iglesia si lo asumimos con seriedad y apertura.
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