Jorge Enrique Pava


Publica LA PATRIA el día de ayer, en su sección Correo Abierto, una carta dirigida por Germán Cardona Gutiérrez en la cual hace algunas precisiones sobre su eventual candidatura a la Gobernación de Caldas, en el caso de que el actual gobernador tenga que dejar su cargo a finales del presente año.
Coincido plenamente con el exministro cuando dice que "…me parece una indelicadeza y falta de respeto con el gobernador Guido Echeverri y su querida familia que se esté promoviendo su remoción del cargo y paralelamente buscando aspiraciones a sucederlo". Y que "lo que se debería hacer hoy es apoyar decididamente al gobernador Echeverri para que permanezca en su cargo".
Es cierto: la remoción del actual gobernador, por nimios problemas de índole legal, es lo peor que le puede pasar a nuestro departamento en momentos tan cruciales como estos, en los que la imagen de Caldas está por el suelo y lo que necesitamos es generar un mejor ambiente para que los ojos con los que nos miran en las esferas nacionales cambien de una vez por todas y nos tiendan esa mano amiga que venimos reclamando.
Porque tenemos que reconocer que Guido Echeverri, en medio de su indescifrable actitud, de su parquedad en el trato, de su serenidad absoluta, de su silencioso proceder, de su modesta personalidad y de su discreción inviolable, es un trabajador honesto e incansable que genera credibilidad, que tiene vínculos y que sabe abrir puertas e inspira respeto por ese bagaje intelectual y cultural que sale a la luz con solo tratarlo. Y esas son cualidades más bien escasas en los gobernantes actuales, cualidades que marcan la diferencia en el Gobierno Nacional y en los estrados internacionales donde los dirigentes se tengan que desenvolver en la promoción de nuestros valores.
Además, Caldas no se puede dar el lujo de seguir transitando por caminos pedregosos ni de desperdiciar la gente buena que está dispuesta a sacrificar su calma, su tranquilidad y su intimidad para entregarse a la ingrata, invalorada y peligrosa misión de gobernar un departamento repleto de egoísmos, felonías y seres maquiavélicos acostumbrados a mandar en forma soterrada -detrás del trono- y a acabar con todo lo que huela a relevo generacional, a reemplazo en las empresas o en el manejo presupuestal del que se han lucrado durante largos años.
Y coincido también con Germán Cardona en que hay que apoyar decididamente al gobernador Echeverri para que permanezca en su cargo. Y aunque no se sabe a ciencia cierta qué tan efectivo puede ser ese apoyo cuando estamos enfrentados a determinaciones de ley, sí es necesario, al menos por el reconocimiento debido a un excelente gobernador, manifestar nuestro desconcierto por lo que hoy nos pasa y por las implicaciones económicas, administrativas y de toda índole que nos veremos obligados a enfrentar en caso de que el Consejo de Estado ratifique la decisión de declarar nula la elección de Guido Echeverri.
Dice también el exministro: "Esas actitudes de querer atacarse entre los mismos coterráneos es lo que está afectando de manera grave a nuestro terruño". Esta es una verdad irrebatible. Pero se vuelve risible cuando proviene de alguien que parece hacer alarde de la doble moral y del deseo de posar de salvador y mesías ante Manizales y Caldas, cuando el fondo es diferente e inmensamente peligroso. Porque tenemos que ser muy cortos de memoria para haber olvidado que fue precisamente su emisario, el candidato Pinilla, el enviado a disociar, a dividir y a entorpecer las pasadas elecciones para la alcaldía de Manizales, y que llegó a tratar a todos sus émulos de corruptos, despreciables y ladrones, cumpliendo perfectamente las instrucciones y obteniendo como recompensa la firma de un contrato de asesoría al propio ministro de Transporte.
O para haber olvidado que durante su paso por el ministerio, Manizales y Caldas fueron injustamente tratadas desde esa cartera y el recelo, las suspicacias, las conspiraciones y los ataques rastreros fueron el pan de cada día y lograron minar instituciones, proyectos, personas y empresas enteras.
Repito: es una verdad irrebatible que los ataques entre nosotros mismos nos afectan más que los fenómenos naturales o las desgracias de la guerra que nos tocó vivir. Pero hoy no pueden lavarse las manos esos actores de primera fila que han utilizado la división entre clases, grupos políticos y estratos sociales, y la discriminación profesional y personal para eliminar contratistas y acabar con la competencia. Por el contrario, es hora de llamarlos a que asuman su responsabilidad por tener un Departamento en estado agónico, mientras son otros quienes se lucran de sus riquezas y de las empresas que ellos mismos feriaron en sus momentos de gloria. Es hora de develar los verdaderos causantes de nuestras desgracias; es hora de señalar con decisión y valor civil a quienes entregaron todo lo nuestro y quedaron navegando en lujosos yates sobre un mar de impunidad.
De manera pues que coincidimos con el exministro Cardona en el apoyo que hay que darle al gobernador Guido Echeverri, pues su permanencia en el cargo traería la paz que el departamento merece. Pero también hay que reclamarle, por enésima vez, que en su paso por el ministerio haya acolitado una lucha intestina en nuestro departamento y nos haya volteado la cara deteniendo los grandes proyectos que estaban en curso. Tal vez lo mejor que nos puede pasar hoy a todos es que le vaya bien en su embajada; nosotros, por el momento, trataremos de destrabar todo este entuerto en que nos sumió el maquiavelismo y el canibalismo que infortunadamente nos caracteriza.
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