Orlando Cadavid


El virtuoso maestro Jaime Llano González -una de las primeras figuras de la música nacional- pasa una dilatada temporada en la clínica de la Fundación Santa Fe de Bogotá como consecuencia de unas dolencias que los médicos no han logrado curarle.
Nacido en Titiribí (Antioquia), el 5 de junio de 1932, está próximo a cumplir sus 82 años, y posee un amplio palmares en el pentagrama colombiano, en el que alternó con otros astros del teclado como Manuel Jota Bernal, Oriol Rangel y Felipe Henao, en la radio, la televisión y la discografía.
Trabajó en Emisora Nueva Granada, en Bogotá, donde dirigió musicalmente el programa estelar "Donde nacen las canciones", en el que alternaban cantantes de la talla de Víctor Hugo Ayala, Alberto Granados, Alberto Osorio y Billy Bedoya.
Formó tripleta de lujo en la fonografía, en "Sonolux", la marca de las estrellas, a partir de 1955, con el tenor Ayala y con el productor Hernán Restrepo Duque, el gran gurú de la canción popular, y cosechó grandes éxitos en la televisión en "Tierra Colombiana", el programa que impuso su gran amigo Eucario Bermúdez Ramírez, radicado en Miami.
El historiador caldense Jaime Rico Salazar cuenta en su opulento libro "La canción colombiana" que el maestro Llano recibió sus primeras lecciones de piano de su madre Magdalena González y además aprendió a tocar muy bien el tiple y el acordeón. Con este instrumento estuvo algún tiempo acompañando al Dueto de Antaño en sus comienzos artísticos.
Su biógrafo señala que realizó su secundaria en Medellín e inició sus estudios de Medicina, que muy pronto abandonó cuando le ofrecieron un puesto como vendedor de los órganos Hammond, en Pereira. Luego se estableció en Bogotá en 1952 y se vinculó a la organización J. Glottmann, como vendedor de órganos electrónicos. Comenzó a conocer los secretos de su teclado y fue adquiriendo fama en sitios como el grill As de Copas.
Don Jaime fue pianista, organista, arreglista, compositor del hermoso bolero "Si te vuelvo a besar"; grabó de todo en más de 60 discos de larga duración y acompañó magistralmente, al órgano, a los irrepetibles duetos autóctonos de Obdulio y Julián y Garzón y Collazos.
Llamado "el organista de las manos de seda" por el cronista Sergio Villamizar al cumplir cinco décadas en la apasionada difusión de la música colombiana, Llano González declaró: "Cuando alguien quiera regalarme algo que en verdad me guste, puede darme un buen disco, porque la gran pasión de mi vida siempre ha sido mi familia y la música". Es cierto: Su casa en el occidente bogotano le quedó pequeña para almacenar su enorme colección discográfica que nunca se atrevió a contarla.
Desde estas páginas enviamos nuestro abrazo solidario al maestro Llano, a su esposa, doña Luz Aristizábal, y a sus hijos Jaime León, Luis Eduardo y María Elena. Ninguno quiso dedicarse a la música. Pretendió enseñarles, pero nunca fue partidario de forzar a los niños a seguir su ejemplo.
La apostilla: Una pisquita de humor: A propósito de colombianos del teclado, en nuestra convalecencia supimos que al bolerista soledeño Alci Acosta lo llaman "el chuzógrafo del piano".
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