Andrés Hurtado


Y ahora, ¿para dónde nos vamos? Invito a mis fieles lectores, y a los demás también, a que miremos hacia otro lado, muy arriba en el mapa, hacia el septentrión. Del Perú tropical y cálido, si bien nos movimos casi todo el tiempo sobre los 3.000 metros sobre el nivel del mar, los invito a otras tierras cuyo solo nombre habla de hielos, nieves, glaciares y volcanes. Enrumbémonos, pues, para Islandia, sueño de tantos, sueño de todos, país que evoca bellezas lejanas y espectaculares. Para una revista titulé así el artículo que escribí sobre Islandia: "El país de la doble belleza". La belleza espectacular, fuera de toda ponderación de los glaciares, las cascadas y los volcanes y la belleza tranquila, idílica, de la vida pastoril en las granjas diseminadas por la campiña.
Cuando digo que esta isla es el sueño de muchos, recuerdo extrañamente el epitafio escrito en la tumba de Rainier María Rilke, en el pueblo de Raron, en Suiza. Y lo recuerdo realmente no sé por qué, pues el parecido del significado no es nada claro. "Oh rosa, pura contradicción de no ser el sueño de nadie bajo tantos párpados". Esta es la traducción del epitafio escrito en alemán. Rilke fue el poeta de las rosas y su muerte, ¡oh extraña curiosidad! se debió a unas rosas. Podaba el poeta un rosal en un jardín del bellísimo pueblo de Soglio ("el más bello del mundo", "Soglio è la soglia del paradiso", Soglio es el umbral del paraíso) y se pinchó con una espina; un pinchazo normal entre jardineros. Como consecuencia de este inocente chuzón contrajo leucemia y de ella murió. Hice deliberadamente esta digresión pues Rilke es uno de mis poetas preferidos. Espero que los lectores me sepan perdonar el desvío del tema.
Íbamos, pues, para Islandia, isla pequeña en extensión e inmensa en belleza. Mide 103 mil kilómetros cuadrados. Portugal alcanza 93 mil y el departamento más grande de Colombia, el Amazonas, cubre 110 mil. Islandia mide 500 kilómetros de oriente a occidente y 300 de norte a sur. Estos números arrojarían un área de 150 mil kilómetros cuadrados, guarismo que no se alcanza porque las numerosísimas entrantes del mar en tierra, sean bahías o fiordos, restan mucho kilometraje a la extensión. Islandia parece, así, un gran queso mordisqueado por todos sus lados.
"El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío el profesor Lidenbrok regresó apresuradamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más viejas del barrio viejo de Hamburgo".
¿Qué dice a los lectores este párrafo? Todos debemos recordarlo pues así comienza Julio Verne su "Viaje al centro de la tierra". Ya estarán pensando mis lectores que inicio otra digresión. Siento decirles que están equivocados. El más famoso glaciar del planeta es el Snaeffelsökull y por él entraron al centro de la tierra el profesor Lindenbrok, su sobrino Axel y el guía Hans y este glaciar se encuentra en el extremo centro-sud-oeste de Islandia.
Todos sabemos de los famosos geyseres del Parque Nacional de Yellowstone en Estados Unidos, donde más de 100 chorros lanzan periódicamente al aire sus cargas de agua. Pues bien, Geyser es el nombre propio de un chorro que vomita el líquido cada 5 minutos, cerca de Raykjavik y de allí toman el nombre todos los chorros similares del planeta. ¡Bienvenidos a Islandia!
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