María Leonor Velásquez Arango


Cuántas veces nos vamos a buscar ejemplos en otras partes cuando los tenemos en nuestra propia casa; nos encanta que las cosas tengan un sello que diga ‘Made in… cualquier cosa menos Manizales, Caldas o Colombia’. Referenciarnos con los mejores y buscar modelos que nos ayuden a encontrar caminos para fortalecer el desarrollo es una práctica reconocida, necesaria y muy valiosa. Sin embargo, podría ser que tuviéramos ejemplos muy interesantes sin poner un pie afuera.
Cuando encontramos en el proceso de Planeación de Ciudad que la Educación de Calidad, pertinente, universal, integral, desde la primera infancia debía ser la prioridad para avanzar hacia una sociedad del conocimiento y tener mayor calidad de vida para todos, estuvimos revisando, con el grupo de Estoy con Manizales, ejemplos en otros países. Encontramos que, como lo dice Andrés Oppenheimer en su libro Basta de Historias ‘es un error creer que todos los problemas de la sociedad se resuelven con crecimiento económico: el crecimiento no resuelve la pobreza, la pobreza se resuelve con educación… la mala calidad de la educación produce la desigualdad social porque condena a la marginación una buena parte de la población’.
En ese momento no se me hubiera ocurrido pensar que, dentro del perímetro urbano de Manizales, teníamos un ejemplo tan contundente, donde un colegio se ha convertido en verdadero motor de desarrollo de una comunidad. Un colegio bilingüe, acreditado, con una política de calidad que habla del compromiso con una educación de calidad basada en el desarrollo integral del ser, con énfasis en las dimensiones espiritual y afectiva, el fortalecimiento de la autoestima, identidad y pertenencia, como elementos necesarios para su aporte a la transformación social. Instalaciones impecables, auditorio, biblioteca, salas de cómputo, murales que rescatan la importancia de competencias y valores en el ser humano, escuela de padres que integra la familia al proceso de formación, interés genuino por integrar la comunidad alrededor de la escuela.
Este colegio se llama Fe y Alegría La Paz y está en el corazón del barrio El Caribe en Manizales. Confieso que me quedé con ‘la boca abierta’ cuando recorrí las instalaciones, pero fue mayor mi sorpresa cuando empecé a escuchar las historias sobre su directora, la hermana Juani Torres, quien ha estado al frente del colegio durante varios años y según dicen quienes trabajan con ella y otras personas de la comunidad, la calidad del colegio y el impacto que hoy tiene en la comunidad, se deben, sin lugar a dudas a su liderazgo, capacidad de gestión, amor y compromiso total con una comunidad que la conoce y a su vez ella conoce.
La visita al colegio y las conversaciones con la gente me dejaron clara una cosa; la hermana Juani entiende que educación es mucho más que recibir información y entregar conocimiento académico, se trata, como lo dice en el video Institucional, <http://www.youtube.com/watch?v=3nB0BRNu1BY&feature=related> de formar seres humanos capaces de gestionar sus propios proyectos de vida para transformar la sociedad. El colegio es el centro de la comunidad, su lema es construir vida con sentido a través de un trabajo permanente por el fortalecimiento de valores como la solidaridad, el compromiso y el respeto a la diferencia; el resultado es una comunidad que siente, ama y cuida el colegio.
Mientras recorría cada espacio del colegio y escuchaba las historias asombrosas de estos 24 años, sentí que el Colegio era parte de esa visión que planteamos en el Plan de Ciudad, un sueño apoyado por cada uno de los 99.205 niños, jóvenes y adultos que, con su voto, se comprometieron a "… hacer de la educación lo más importante en mi familia y mi ciudad y hacer que su calidad sea la prioridad en las acciones públicas y privadas como motor del desarrollo equitativo en Manizales"; solo que en este caso no era un sueño, es una realidad. Historias como la del Colegio Fe y Alegría La Paz en el Barrio El Caribe demuestran que sí es posible hacer cosas diferentes en entornos complejos que parecen no ser rescatables.
Sin embargo, me asalta una gran inquietud sobre nuestra capacidad para ver y valorar las historias maravillosas a nuestro alrededor y me pregunto ¿Será que todos estamos entendiendo lo mismo cuando hablamos de la importancia de la educación, cuando decimos que la solución a la pobreza no está solo en el desarrollo económico sino también en la educación y la innovación? Podría ser complicado que los gobiernos y los políticos se comprometan con una mejora de la calidad educativa y tal vez se continúe insistiendo en la importancia de construir obras públicas que estarán visibles a los ojos de todos en períodos relativamente cortos. Para que los gobiernos inviertan más en educación es necesario que haya un compromiso real desde la sociedad civil: las empresas, los medios, las ONG, las familias; que tengamos el valor de reconocer la necesidad de hacer una verdadera transformación a partir de una visión de largo plazo de la educación, como lo hace de manera silenciosa y sin pretensiones la hermana Juani.
Desde este espacio quiero agradecer a LA PATRIA por haberme nombrado jurado en el Galardón ‘Caldense del año’; un proceso que me dio la oportunidad de conocer un poco más de nuestra ciudad y sobre todo conectarme con verdaderas historias maravillosas como la del Hogar de la Divina Misericordia, un ejemplo de servicio para personas que realmente lo necesitan, tanto el hogar de paso para niños en tratamiento que no tienen donde quedarse en la ciudad, así como el hogar para los mayores desamparados. Quiero decir que, cuando fui a conocerla y después de conversar con quienes la manejan así como con quienes se benefician de ella, sentí una inmensa emoción en mi corazón. Confieso que fue difícil tomar la decisión por una sola persona, como está planteado en el reglamento del galardón; es por eso que, desde esta página quiero hacer un reconocimiento especial a la labor de dos mujeres que, desde dos sitios muy diferentes, tienen la valentía y el coraje para ponerse al servicio de otros.
Los invito a explorar a su alrededor cuáles son esas historias maravillosas de personas que, en lo escondido -como dice la Biblia- están haciendo algo por abrir nuevas oportunidades para quienes parece que no hubiera esperanza. Nos corresponde a usted y a mí, a todos los que habitamos este territorio ser parte de la transformación de nuestra sociedad. Puede que los resultados no se vean de inmediato, pero lo que hagamos hoy construirá el mañana en el que vivirán nuestros hijos, nietos y generaciones venideras. ¿Qué estamos haciendo hoy? ¿Cuál es esa historia maravillosa que queremos contar en el futuro? ¿Qué estamos esperando para empezar a avanzar en esta dirección?
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