Alejandro Samper


Alguna vez una amiga me dijo que los superhéroes de los cómics eran unos tontos, pues Superman, Batman o el Hombre Araña se la pasaban peleando siempre contra los mismos villanos. Y es cierto, el Hombre de Acero siempre persigue a Lex Luthor, el Hombre Murciélago al Guasón, y ‘Spidey’ al Duende Verde. Ella, sin embargo, desconoce que esas tiras cómicas son un reflejo de la realidad. Puede que algunos de estos personajes tengan poderes imposibles (volar, teletransportación o afiladas garras recubiertas de metales inexistentes), pero las situaciones a las que se enfrentan, incluidos sus némesis, son muy reales.
Tomemos a Luthor. Un hombre brillante que, según la mitología creada hace 70 años por Jerry Siegel y Joe Shuster, odia a Superman porque este lo dejó calvo. Suena absurdo, lo sé, pero si leemos las páginas judiciales de nuestro país allí encontramos historias como la que sucedió en zona rural de Salamina, donde un soldado le disparó a otro en las piernas por un celular. O el tipo que en Bogotá golpeó, empaló y asesinó a su abuela porque esta le pidió que le bajara el volumen al equipo de sonido.
El rencor y la rabia son muy poderosos, y Lex Luthor los usó para construir un imperio de investigaciones y desarrollos científicos, telecomunicaciones y política. En las historietas llega a ser Presidente de los Estados Unidos, con tal de hacerle la vida imposible al kriptoniano. Y adivinen qué, gracias a su poder e industrias tuvo ejércitos de drones (sí, esos aviones no tripulados que usan en las guerras de hoy), mucho antes de que los viéramos en Afganistán, y espía a medio mundo a través de las telecomunicaciones. Tal y como lo hace el gobierno gringo con millones de personas en todo el mundo a través del programa Prism, espionaje filtrado por un exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y denunciado por los periódicos The Guardian y The Washington Post. Es la realidad imitando a la ficción.
(Hago un paréntesis, ahora que menciono a Prism y la NSA. Este órgano de la CIA tiene millones y millones de dólares destinados para espiar a las personas a través de las redes sociales y Yahoo, Google, Mozilla, Apple... Pero no tienen suficientes fondos para hacerle un logo decente a Prism y terminaron copiando, sin pagar derechos de autor, una foto de Adam Hart-Davis. La historia la pueden encontrar en el siguiente enlace: http://www.theregister.co.uk/2013/06/12/nsa_logo_scandal/).
Y el Guasón es un agente del caos que no obedece a más intereses que el desestabilizar el sistema. Puede ser un Julian Assange (el de Wikilieaks), un Edward Snowden (el que filtró el espionaje de la CIA), o un loco que comete actos terribles solo por la atención. Como el pistolero que asesinó a varias personas en un cinema gringo durante el estreno de El Caballero de la Noche Asciende, y que durante el juicio se atrevió a pedirle a uno de los testigos que si le contaba el final de la película. Por eso las autoridades acuden a un Frank Castle, El Castigador, un claro paramilitar creado por Marvel Comics. O a Batman, un multimillonario de derecha con tendencias claramente ‘paras’, y cuyos métodos de aplacar criminales no son necesariamente los más legales (pero que no llega al salvajismo de Castle).
En el Congreso colombiano adoran a este tipo de personajes, y hacen pactos con ellos. Bueno, salvo el senador conservador Roberto Gerlein, que seguramente consideraría a Batman un tipo "sucio, asqueroso y excremental", por su relación con Robin.
En otra cosa en la que se parecen los cómics a la realidad es en el sistema judicial. Los superhéroes capturan a los bandidos, y los jueces los condenan a penas irrisorias, en cárceles de mínima seguridad (única explicación para que se fuguen constantemente) o en manicomios. O quedan libres porque el procedimiento en que se hizo la captura no se ajusta a la ley (no es un chiste, es parte de la trama de la novela gráfica Kingdom Come), o se compraron al togado, al fiscal y al jurado.
El sistema imperfecto de la justicia termina siendo el verdadero némesis de estos superhéroes. El poder de los políticos vendidos, de las maquinarias o de las corporaciones voraces arrodillan al más poderoso de estos héroes. Por eso de la mente de escritores como Alan Moore, Kurt Busiek, Mark Millar o Frank Miller salen historias en las que estos extraordinarios seres nos dan la espalda y nos dejan a merced de sistemas totalitarios y corruptos.
Los bandidos quedan impunes y salen en los periódicos como los nuevos líderes de partidos políticos. Dicen cosas como "vamos a hacer visible al partido, con posiciones claras al país", cuando siempre ha sido oscuro, amañando, tendencioso y nepotista. Cuando su obrar (y el de sus amigos de la coalición perversa) desangró a todo un Departamento y a sus empresas. Y no, no hablo de Lex Luthor. Hablo de alguien menos brillante, pero igual de villano.
* * *
Aclaración
Me escribieron esta semana de la Sociedad Española de Neurología sobre la columna Lo recetó el doctor, publicada en este espacio la semana pasada, solicitándome rectificar que el aumento de casos de esclerosis múltiple (EM) no se debe a "la falta de higiene", como cité mal, sino que es todo lo contrario.
"Es la higiene lo que favorece el incremento de enfermedades autoinmunes, como es en este caso la EM, ya que al haber una mayor higiene, hay menos contacto con los agentes infecciosos y, por lo tanto, nuestro sistema inmune está menos preparado para enfrentarse a las enfermedades autoinmunes", escribe ellos.
Agradezco la aclaración, sin embargo no se refirieron al tema principal del texto que era la incidencia de las casas farmacéuticas y médicos investigados (como el que mencioné en el texto y cuya historia me enviaron y pueden leer en el siguiente enlace: www.elespectador.com/noticias/investigacion/articulo-343875-dura-pelea-25-pacientes) en el mal diagnóstico de la EM y la corrupción en el sistema de salud.
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