Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Son las 11 de la mañana, y como todos los viernes me dispongo a redactar este escrito, pero el día se tornó diferente, acaba de ganar Mariana Pajón, Colombia se baña en oro, y la emoción no deja pensar, solo gozar.
Leo algunos trinos: ‘más deportistas, menos congresistas’, pide Pirry, ‘Mariana Pajón, la niña Dorada`, dice mi hija, ‘no hay pistas pero tenemos corazón’ anota el bicicrocista Andrés Jiménez, ‘no estoy llorando, una bicicleta se me metió en el ojo’, asegura Carolina Guerra, y así miles de mensajes cargados de orgullo colombiano.
No falta el apunte chistoso, ‘Oro y bronce para el BMX porque la plata se la lleva el fútbol’, o la inevitable comparación ‘los deportistas nos devuelven la sonrisa que los políticos nos quitan’, o quien expresa que ‘cuando uno llora de alegría las lágrimas no son saladas’.
Qué momento, que gloria, que remate de juegos Olímpicos. Como en los panamericanos de Guadalajara donde fuimos quintos superados únicamente por Brasil y por encima de Argentina, o en los Suramericanos de Medellín donde salimos campeones.
Es decir, nos volvimos potencia del área, segundos cerca de los brasileños, y con una progresión enorme.  Respuesta pujante de una raza sin muchas oportunidades, con gente buena, y un potencial para todo realmente impresionante.
Sin tantos recursos, con una infraestructura débil, sin políticas de gobierno que arropen la actividad, pero con un espíritu ganador inconmensurable y deportistas llenos de talento con sentimiento patrio increíble y piernas de acero.
Y teniendo mucho por mejorar, hay que valorar el esfuerzo del Comité Olímpico en cabeza de Baltazar Medina, y de Coldeportes con Andrés Botero, quienes han intentado una reestructuración administrativa que beneficie al deportista como tal.
Precisamente lo que necesita el Once Caldas, un reordenamiento en su Junta para parar la mediocridad y dejar de justificar su mala dirección por dos o tres buenos resultados.
Absurdo que se celebre que la Supersociedades haya aceptado la solicitud de acogerse a un acuerdo de reorganización siendo el cuarto club admitido junto a Cúcuta, Pereira y América, si estamos hablando del equipo de la década en Colombia.
Según los reportes entregados a mayo de 2012, los pasivos están por 23 mil millones de pesos, el patrimonio negativo ronda los 7 mil millones, el endeudamiento es del 140%, y las obligaciones vencidas con más de 90 días superan los dos mil millones de pesos.
Cifras que derrotarían cualquier gestión, lo que aquí muchos olímpicamente ignoran, sin considerar que hace apenas 8 años se tuvo un campeón de América que generó ingresos por 18 mil millones en una sola temporada, con sede propia, y autosostenible.
Esa es mi crítica, y odio el conformismo -por amiguismo, conveniencia o desinterés- que  practican algunos que frente al derrumbamiento de la institución, se han hecho los de la vista gorda.
Con ese acuerdo lo que se busca es promover y facilitar la reactivación empresarial para asegurar la protección del crédito y del trabajo a través de la conservación de la unidad productiva, lo que ofrece capacidad de maniobra.
En lo deportivo, contrasta el buen comienzo de torneo con la inaudita decisión del técnico Hoyos de poner a unos juveniles que no fueron capaces con la responsabilidad en la caída ante Pasto, que puso en riesgo la permanencia en la Copa Postobón.
Que alguien le informe al argentino que allí hay un cupo para la suramericana, y que primero está la obligación del resultado que la promoción de jugadores, sobre todo en un plantel corto que en la misma primera división apenas los está formando.
Y para terminar, mala la página oficial del Once Caldas. Es tan pobre que la rica historia del club la resumen en 6 renglones.  No se ve trabajo, ni diseño, ni formas, ni nada, y eso que llevaban meses con el aviso de que estaba en construcción. No hay derecho.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com