Luis F. Gómez


El atentado terrorista contra el exministro del Interior Fernando Londoño Hoyos es una acción de grupos desquiciados que pone en riesgo la consolidación del país como una nación democrática, y que nos devuelve a momentos muy complejos de nuestra historia reciente. Quienes ordenaron, planearon y ejecutaron el atentado lo están haciendo contra toda una nación, contra todo un proyecto de una Colombia en paz, incluyente y democrática. Son un peligro para nuestro país.
La muerte de dos personas y las múltiples heridas de muchas otras es un gravísimo costo humano y ciudadano que el país está padeciendo por la acción irracional y salvaje de unos terroristas. La forma enceguecida como pasan por encima de la vida y recurren a métodos bárbaros es muy triste, y da dolor de Patria. Pasan por encima de la dignidad humana, instrumentan a las personas para convertirlas en mediadoras de su deseo de amedrentar y sembrar pánico y zozobra.
Bien lo decía el expresidente Uribe al referirse a Londoño Hoyos como un actor importante en la democracia nacional. Es una persona que por sus cualidades intelectuales y sus destrezas como orador, la convierten en un exponente de una corriente de ideas muy valiosa, que, además, se expresa con libertad, claridad y sin temor. Él encarna una voz que enriquece el debate de ideas, que ayuda a la construcción de la opinión pública y a la elaboración de consensos públicos. Londoño, como otras personas desde bien diversas orillas, le prestan a la democracia colombiana un concurso invaluable, pues para que sea democracia se requiere que la palabra pueda circular, que los argumentos se puedan encontrar y que las razones se puedan ponderar.
Terroristas que van refinando sus métodos con peligrosísimos instrumentos para sembrar la violencia, para acallar al contrario, para atemorizar a la ciudadanía, no pueden encontrar espacio en nuestra sociedad. Todos los colombianos y colombianas debemos fortalecer nuestro sistema, que si bien tiene muchas imperfecciones, ha sido la construcción de muchas generaciones que han creído en la palabra, que en no pocos casos han preferido dejar las armas para sentarse a dialogar, que le apuestan a la vida y a la construcción de un país justo para todos.
Va nuestro abrazo solidario a Fernando Londoño, haciendo votos para que pronto pueda continuar desde sus tribunas periodísticas aportándole al país. Colombia entera debe ser consciente que en estos momentos es fundamental hacer oír una categórica voz en contra del terrorismo. Que las esquirlas y golpes que le propinaron la bomba sean una experiencia que lo comprometa aún más con la democracia colombiana. Que las acciones de los terroristas las podamos apocar y erradicar con una sociedad libre, independiente y pacífica. Una sociedad donde la discusión y el debate de ideas sea el motor de su dinámica.
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