Jorge Enrique Pava


"Una persona que vive en Medellín me preguntó ¿Y cómo va el alcalde de Manizales? La verdad no supe decir si bien, regular o mal, y en cuanto me pidió que le mencionara qué había hecho de bueno, algo como destacado o destacable, no lo encontré de momento, a excepción de hacer aprobar el Plan de desarrollo. Pero siendo justo sí le dije que recordaba que el puntaje de imagen positiva era alto". "…me queda la impresión de que el trabajo de imagen va bien aunque la gestión no tanto. Cuidado, que el enamoramiento pasa y ‘el amor acaba’… que de pronto nos llegue el momento del juicio sobre este mandato y no tengamos mucho que apreciar sobre el desarrollo de la ciudad".
Estas son palabras escritas por César Augusto Montes Loaiza, decano de la facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, en su columna del hebdomadario El Andino, y con las cuales me identifico plenamente. Y vienen demasiado al caso ahora que se publican los resultados de las encuestas de percepción ciudadana "Manizales cómo vamos", que muestran a una población manizaleña resignada con lo que tenemos y con un alto grado, más que de aceptación, de insensibilidad o desconocimiento de lo que pasa en nuestra ciudad. O, mejor, de lo que NO pasa.
Y sin compartir la vaguedad de las preguntas en la mencionada encuesta, tenemos que aceptar que este tipo de mecanismos reflejan alguna realidad de la ciudad y la percepción estadística que los ciudadanos tienen de ella. Y en el fondo es bueno. Es bueno saber que la gente considera a Manizales como una ciudad excelente para vivir y que tiene algún grado de pertenencia y de aceptación en aspectos tan relevantes como educación, seguridad, salud, servicios públicos, calidad de vida, etc. Y es bueno porque, en momentos críticos y definitivos, ese sentido de pertenencia nos ha permitido salir adelante con solvencia.
Pero es muy peligroso también. Porque cuando se presenta esa resignación con lo que se tiene, desconociendo que no se está haciendo nada para mantenerlo y mucho menos para impulsar su progreso, nos estamos arriesgando a retroceder y a dejar a la ciudad en el abandono. Y esa aceptación media que hoy se manifiesta, pasará muy pronto a ser una sensación de desespero por el deterioro de lo heredado.
Entonces, en la práctica, lo que importa realmente no es la resignación que se muestra en las encuestas, pues todo es producto de las acciones pasadas. Lo importante es qué se está haciendo hoy para propiciar la satisfacción del futuro. Y la realidad la da el doctor Montes en su columna, cuando dice que no encontró "qué había hecho de bueno" el alcalde. ¡Y ya llevamos diez meses de su administración! Una administración de la cual salieron a sombrerazos todos los funcionarios que acompañaron a Rivas y Llano (porque supuestamente eran corruptos e ineficientes), y que sabían de los procesos y estaban enterados del funcionamiento institucional. (Paradójicamente, el único que quedó de esas administraciones fue el propio alcalde quien, como funcionario, acompañó la formación, generación y estructuración de empresas que hoy tiene en el abandono absoluto o está tratando de destruir).
¿Y cuál es el presente? un municipio en peligro porque fue desmantelado junto con esas empresas, arrasando el conocimiento, la experiencia y la inversión en capacitación de las personas. Hoy no se tiene el vademécum humano adecuado de dónde asirse para salvarlas y la muestra está en que, a pesar de llevar diez meses con esas nuevas y "buenas" personas, en el municipio no se dan resultados.
Sé que sueno nuevamente catastrófico. Pero que alguien nos muestre qué ha hecho el alcalde Rojas, aparte de pintar cebras cada ocho días en los barrios de la ciudad. Que alguien nos cuente si sabe para dónde vamos; que alguien nos indique algún camino trazado; que alguien nos dé argumentos para poder cambiar esta percepción de preocupación por el futuro de nuestra Manizales del alma. ¡Me gustaría, entonces, estar equivocado!
Por último, hay que repetir que desde los mismos sectores que rodean la Alcaldía se señala la posición crítica de este columnista como de retaliativa, porque supuestamente no soy beneficiario de pauta publicitaria ni de prebendas del alcalde. Esto, además de ilógico y peligroso, es irrespetuoso. Y no solo contra quien esto escribe, sino contra el periodismo en general, pues se tendería a pensar que los dineros invertidos en imagen del burgomaestre van a parar a los bolsillos de los periodistas que sí hacen ese trabajo de limpieza de imagen o desfiguración de la realidad. Y en contra del mismo alcalde, pues cuando se quiere hacer creer que las posiciones críticas obedecen a falta de sobornos o "pagos compensatorios", no solo se puede estar aceptando que en algunos casos los hay, sino que se están cegando ante las deficiencias y la paquidermia de la propia administración. O tal vez es que no existen argumentos válidos para contradecir estas posiciones, y tienen que recurrir a la minimización de sus oponentes a través de la conseja, el chisme y los medios mezquinos. ¿Qué dirán entonces esos enemigos solapados, en relación con la posición del doctor César Montes? ¿Es cuestión de percepción?
* * *
El señor presidente de la Asamblea Departamental, Dr. Jorge Luis Ramírez, le dio traslado oficial a la Contraloría departamental de sus denuncias -y las hechas en esta columna en días pasados-, relacionadas con las contrataciones de la ILC en la gerencia de María del Pilar Joves. ¡Esperamos conocer prontos resultados! Aunque nada raro sería que la premiaran nuevamente con la gerencia de esta empresa, pues se deben haber quedado muchos negocios inconclusos en medio de tanta politiquería.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015