María Leonor Velásquez Arango


Interesante invitación la que hace el papa Francisco en su primera homilía ‘el verdadero poder es el servicio… solo el que sirve con amor sabe custodiar’. El pontífice se refería no solo a su ministerio papal, sino a la tarea de los líderes en el mundo para no dejar que las guerras y los conflictos se expandan en el planeta, recordándoles que su poder se debe a que están al servicio de los pueblos.
Antes de continuar me gustaría mencionar el significado de dos de estos términos: ministerio, que viene del latín ‘ministerium’ que quiere decir servicio; y poder, que viene del latín ‘posere’ que se podría traducir como ‘ser posible’ o ‘ser capaz de’.
Me parece interesante conectar esta invitación que hace el papa con el último informe sobre el índice de Desarrollo Humano que acaba de publicar el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD- con una clasificación de 187 países, según tres dimensiones: vida larga y saludable, conocimiento y nivel de vida digno.
En este estudio, Noruega ocupa el primer lugar con una esperanza de vida de 81,3 años; un promedio de escolaridad de 12,6 años y un ingreso bruto per cápita de US$48.688; mientras que el último lugar lo tiene Nigeria, con una esperanza de vida de 55,1 años, una escolaridad promedio de 1,4 años y un ingreso bruto per cápita de US$701 dólares. El país mejor calificado en Latinoamérica es Chile con el puesto 40, seguido de Argentina (45), Uruguay (51), México (61), Venezuela (71), Perú (77), Brasil (85) y Ecuador (89); los dos últimos lugares de la región los tienen Guatemala (133) y Haití (161). Colombia ocupa el puesto 91 con una esperanza de vida de 73,9 años, una escolaridad promedio de 7,3 años y un ingreso bruto per cápita de US$8.711
Un mensaje clave del informe es que el crecimiento económico solo, no se traduce automáticamente en el progreso del desarrollo humano. Políticas a favor de los pobres e inversiones significativas en las capacidades de las personas, a través de educación, nutrición, salud y habilidades de empleo, pueden expandir el acceso al trabajo digno y brindar un progreso sostenido. El informe resalta la importancia de una acción coordinada para enfrentar los desafíos que cada vez son más complejos y apremiantes en nuestra época, en cuanto a erradicación de la pobreza, cambio climático, paz y seguridad.
¿En qué lugar está nuestro departamento en el contexto nacional? Según el último estudio del índice de desarrollo humano, al interior de Colombia -año 2011-, Caldas estaba en el puesto número 13 después de Bogotá, Santander, Casanare, Valle, Nacional, Antioquia, Boyacá, Risaralda, Cundinamarca, Atlántico, San Andrés y Quindío. El informe dice que, en el departamento, un crecimiento débil no permite a los más pobres beneficiarse del mismo por lo que se recomienda, entre otras cosas, aumentar el índice de longevidad (esto es inversión en salud, saneamiento ambiental, acceso a agua potable, reducción de criminalidad), mejoramiento de la gobernabilidad, elevar el nivel educativo, aumentar el PIB y procurar que los más pobres se beneficien de éste.
Me pregunto si este resultado tiene algo que ver con la invitación que hace el papa sobre el poder como servicio. ¿Cuál es el rol que ha tenido y sigue teniendo nuestra clase dirigente con respecto a problemas tan complejos como la pobreza y la inequidad? ¿Será que estamos entendiendo el poder como la capacidad de beneficiarse de manera particular o beneficiar a unos pocos? ¿Será necesario rescatar el valor del servicio en nuestra clase dirigente y probablemente en todos nosotros?
No creo que el tema sea exclusivo de quienes ostentan cargos de poder, pienso que a todos nos hace falta una buena dosis de humildad para entender que necesitamos ‘deponer las armas’, ‘bajar las defensas’, ‘olvidarnos del ego y de intereses particulares’ para trabajar de manera conjunta frente a los desafíos que enfrentamos como ciudad y como región. El desarrollo sostenible -económico, social y ambiental-, esto es, satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras, nos compromete a todos en nuestra acción diaria.
¿Cuál es el poder que, en términos de servicio, tendríamos usted y yo, nuestros dirigentes, empresarios, profesores, padres de familia y cada ciudadano para contribuir a cuidar y aumentar nuestras posibilidades de desarrollo, tener una vida digna con calidad para cada habitante de este territorio? ¿Cuáles son esas interpretaciones que necesitamos empezar a cambiar con respecto al ejercicio del poder? ¿Dónde está nuestra capacidad para reconocernos en el otro y entender que es necesario cambiar el Tú o Yo por Tú y Yo? Aceptar y valorar al otro como un legítimo otro es la base para transformar los niveles de inequidad e injusticia en igualdad y oportunidades para todos.
Cierro esta columna con una frase del ilustre exrector de la Universidad Autónoma, hoy codirector del Banco de la República, César Vallejo Mejía, "Para que haya desarrollo humano no basta que la economía haga posible la satisfacción de necesidades básicas de todos los integrantes de la sociedad… el desarrollo humano genera la competitividad que explica el éxito económico. (…) en el contexto actual no es posible ser competitivo y sostenible, si no es a partir del desarrollo humano".
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