Bernardo Mejía


Definitivamente los manizaleños estamos de malas, el año pasado fuimos noticia a nivel nacional e internacional por la falta del agua -todavía hay personas, fuera de Manizales, que nos preguntan si el agua ya llegó-. Lamentablemente cuando ya estábamos logrando salir adelante y respirar un poquito de tranquilidad, se nos aparece nuevamente el volcán.
En el año 1983, al menos en lo que tiene que ver conmigo, no sabía de la existencia del volcán Arenas, como creo que les pasaba a muchos manizaleños; solo sabía del Nevado del Ruiz y de su cráter de la Olleta y se comentaba sobre "el león dormido", pero más como un comentario anecdótico que no generaba mayor temor. Cuando menos pensamos hizo su aparición el hoy famoso volcán Arenas con una fumarola espectacular que trajo consigo el olor a azufre y la presencia de ceniza en nuestra ciudad.
Para esa época no había oficinas de prevención y atención de desastres. Con el paso de los días se empezó a hablar de la amenaza volcánica y de su correspondiente mapa de riesgos. Mapa de riesgos muy acertado por demás y que muy poco difiere del que se está publicando por estos días. Todo parece indicar que tal como pintan las cosas, en esta oportunidad tampoco nos vamos a escapar de la erupción, por lo que tenemos que tener muy claro cuáles son los riesgos y amenazas del volcán. Un problema pueden ser los flujos piroclásticos que son una mezcla de gases volcánicos calientes y sólidos calientes -una especie de piedras calientes-, que se estima pueden llegar a una distancia máxima de tres kilómetros del volcán, por lo que no nos llegarán.
Por el olor a azufre y por la presencia de cenizas, los riesgos son mínimos. Primero dependemos de la dirección del viento y segundo, si el viento sopla hacia Manizales, sus efectos se pueden controlar con tapabocas (es claro que tienen que poner mayor atención los que sufren de problemas respiratorios). Con las cenizas hay que tener cuidado al limpiarlas porque hacerlo con agua se pueden comportar como una masa que tapa los desagües. Las dificultades se pueden presentar por los gases y sólidos calientes que pueden derretir el hielo del Nevado del Ruiz generando, como ocurrió en 1985, unas crecientes en los ríos que nacen en el nevado y en los que estos desembocan y se producen avalanchas que afectan los puentes que cruzan estos ríos y las viviendas que están construidas en sus riberas.
Tener una ciudad evacuada por una amenaza es muy complicado, porque es muy difícil predecir cuándo se va a presentar el evento y la comunidad no está dispuesta a dejar sus hogares por un tiempo indefinido y además, el Estado no dispone ni de la logística, ni de los recursos suficientes para atender 25 ó 30 mil personas evacuadas.
Por eso hay que trabajar en la prevención -siempre será mucho más barata la prevención que el manejo de la tragedia-. La prevención requiere, entre otras, un censo real de las familias que están en riesgo -como lo tiene la Alcaldía de Manizales para esta amenaza-. Que se tengan controles en los puentes que puedan verse afectados, que las alarmas funcionen eficientemente y que todas las personas que viven o se desplazan por los sitios de riesgo estén debidamente capacitadas sobre cómo deben proceder en el evento en que se presente la avalancha, y obviamente que se tengan disponibles puentes militares que se puedan instalar rápidamente y mitiguen los perjuicios que se puedan presentar por las incomunicaciones viales que tengamos.
Con el manejo de la información también se tiene que tener mucho cuidado. Las redes sociales pueden hacer mucho daño desinformando y generando sustos excesivos. También hay que controlar el protagonismo de algunos funcionarios estatales. Por ejemplo, no es muy claro que el Ideam esté declarando alertas rojas en los ríos que nacen en el nevado por posible presencia de lluvias, generando pánico y desorientando a la comunidad. El Ideam está para predecir el estado del tiempo -que entre otras lo hacen con bastantes equivocaciones- y no para competir con las entidades de atención y prevención de desastres.
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