Leonardo Pineda


leonardopinedatanaka@hotmail.com
“Prefiero escuchar el sonido de mi voz aunque no sea majestuoso, hablando cosas profundas y acrecentadoras, que otras voces hermosas que solo dicen tonterías y banalidades”
Casi todos queremos crecer como seres humanos, no falta a quien el ser, como esencia, le importe un comino, pero la mayoría de personas siempre buscamos mejorar en todos los aspectos de la vida. Aprender, conocer, saber, interiorizar, mejorar, todas esas acciones se constituyen en peldaños que nos hacen ascender un poco cada día. Cuando enfocamos esa energía hacia nuestro interior surgen cosas maravillosas en nosotros que nos otorgarán a la larga sentimientos de bienestar; por lo general esa interiorización la logramos a través de la fe, de nuestras creencias y de esa imperiosa necesidad de apegarnos a un ser superior, sea cual sea la concepción que tengamos de él.
No, no estoy en ninguna secta apocalíptica ni me dio un ataque de espiritualidad, pero siempre me ha intrigado la forma como las personas se entregan de manera incondicional a ciertos cultos o ideas, me parece fascinante como logran convencerlos de cosas y los moldean casi que desde lo fundamental; en la película El sonido de mi voz (Estados Unidos, 2011) se presenta el proceso mediante el cual los protagonistas se infiltran en una secta manejada por una supuesta visitante del futuro y que pretende organizar un ejército de seguidores para prepararlos para una futura guerra civil.
Hasta ese momento la película de Zal Batmanglij da en el clavo en cuanto a generar un interés por saber qué sigue y cómo se desarrollará, de esa manera el espectador se ve envuelto en la trama desde la óptica de los nuevos integrantes de la secta, generando miles de dudas y descubriendo como de a poco se va esclareciendo el asunto, o eso es lo que uno piensa. La recomendación de esta película independiente la hizo mi amiga Mónica Delmar y me tomó totalmente desprevenido, pues no tenía ninguna información respecto al film, pero debo reconocer que la sorpresa al ver una historia tan bien contada fue mayúscula. Sin grandes presupuestos, sin actores muy conocidos, sin efectos especiales y eso sí, con un muy buen guión, El sonido de mi voz es sin duda una apuesta segura para aquel cinéfilo que busca ver algo diferente y bien estructurado. No sé si algún distribuidor la vaya a programar, pero por ahora se puede ver on line con excelente calidad.
Nota:
Agradezco enormemente la cantidad de comentarios que me llegaron al mail por mi columna anterior, me agradó mucho que hayan programado Buscando un amigo para el fin del mundo en las salas locales y haber tenido la oportunidad de recomendarla mucho antes que en otras publicaciones, espero que los que no la hayan visto se animen y me hagan llegar su concepto para que sigamos hablando del cine de hoy, del cine del fin del mundo.
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