Volvió Obmar encontrando un país como en los últimos veinte años, convulsionado y escandalizado, aunque le cuentan que el proceso viene desde siempre. Ejemplos antiguos enseñan que las rutas de los conquistadores estuvieron manchadas de sangre humana antes y luego de descombrar montes.

Se pregunta Obmar con cierta ironía: ¿Cuándo todos los colombianos han vivido en absoluta paz general, de norte a sur y occidente a oriente, disfrutando de lo que se tiene, construyendo sobre los sueños y anhelando siempre una posible mejor vida para sus descendientes? La respuesta es incierta.

Obmar encuentra como en ciertas ocasiones anteriores el momento para un relato sarcástico en donde todo al mismo tiempo parece lo que es o no es.

Reflexionando, Obmar llega a la conclusión que no puede dividir a los colombianos entre buenos y malos, porque los colombianos parecen culpables por acción o lo que es más azaroso por omisión, al dejar que otros decidan lo que les atañe.

El asunto no es de bondad o de maldad, es de indiferencia ante las dificultades y no encontrar los colombianos, directrices propias que les hagan entender y cumplir lo legal y legítimo, tanto en lo personal como en el entorno en el cual les corresponde vivir y actuar.

Obmar que vive en Europa, piensa que ni las leyes permisivas o prohibicionistas, ni las cárceles u otros castigos, ni el populismo, ni los planes ocasionales y parciales de techo, ni el dinero en abundancia o restringido sin límite de tiempo o de cambio en el estado de los receptores y muchas otras acciones que no tienen la solidez de lo construido con la convicción de lo necesario y lo posible, pueden enderezar la sociedad del presente y del futuro.

Antes que solamente techo, tan urgido, se imponen al menos y esencialmente el trabajo, la educación y la salud. Tres pilares tan fáciles en campaña pero decididamente difíciles en tiempos de gobierno y legislación. ¿En qué orden? Sencillo: Los tres al mismo tiempo, el uno no es suficiente sin el otro. Se le indaga a Obmar para que escoja uno que sea primero y responde sin ambages: Salud. La respuesta de su contertulio no se hizo esperar con un ademán: ¡Estamos perdidos!

Obmar indagó de nuevo por la educación y le contestaron con muchas palabras vehementes sobre lo que Manizales quería para sus jóvenes en el ámbito educativo, inclusive le hablaron del modelo brasileño. Reflexionó un rato y dijo: ¿Por qué no el japonés? ¡Japonés! Les contestó con lo siguiente: El horizonte de los niños y los jóvenes japoneses es global. Más de allá de Japón.

El modelo moderno sobre el que se trabaja está basado en programas reconocidos como: Erasmus, Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius.

Un jovencito de 12 años tiene un plan fundamentalmente conceptual:

· Cero patriotismos. ¡Causa pena pero entendible!

· Cero materias de relleno. ¡Qué fortuna!

· Cero tareas. ¡Qué alegría!

· Solo 5 materias. ¡Increíble!

1. Aritmética de Negocios. Las operaciones básicas y uso de calculadoras de negocio. ¡Preciso!

2. Lectura. Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja, y terminan leyendo un libro por semana. ¡Qué envidia!

3. Civismo. Pero entendiendo el civismo como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo, y el respeto a la ecología. ¡Tan necesario!

4. Computación. Procesadores, enlaces planetarios, redes sociales y negocios en línea. ¡Maravilloso!

5. Cuatro Idiomas con alfabetos, culturas y religiones: japonesa, americana, china y árabe, se podrían cambiar dos por francés y alemán, con visitas de intercambio a familias de cada país. ¡Fuera ataduras!

La persona que lo oyó no atinó a decir palabra. Ya las dirá, pero no dejó de expresar: ¡Eso es todo! No, necesita tiempo y espacio para reflexionar. Otra estrategia para meditar. No es tiempo de equivocaciones.

Nota: Los estudios médicos y de enfermería, necesitan de centros de práctica suficientes y de calidad. La realidad es un desastre.