Alvaro Segura


La dura expresión de un dolido aficionado el pasado domingo después de la humillante derrota que como local sufrió el Once Caldas a expensas del Deportivo Cali quien en Noticias Uno y en Noticias LPTV le pidió al Presidente de la Kenwort, Jaime Pineda, que respete a los manizaleños "y no nos monte un equipito de veinte pesos como el que vimos hoy", haciendo alusión al pobrísimo conjunto blanco de ese día en el arranque de la Liga Postobón II, es entendible pues no solo cuestionó esa lamentable exhibición en el Palogrande, sino que reclamaba la existencia de un grupo sólido como el que debe tener el club más laureado de la última década en Colombia.
Quizás sea muy temprano para decir si ese conjunto que se armó de cara a este torneo es o no débil, incluso sin saber qué resultado obtuvo ante Junior anoche, que ojalá sea bueno porque de lo contrario se hace inminente una crisis. Ese trabajo hay que dejárselo a los periodistas deportivos, pero a los juiciosos, a los que le hacen seguimiento al equipo, a los que van a entrenamientos, a los que hablan con los jugadores, a los que preguntan por factores a favor o en contra, a los que tienen la capacidad de encarar al cuerpo técnico para consultar porqué se hizo esto o se dejó de hacer aquello, y a los que a la hora de emitir conceptos no se dejan llevar por los intereses y por la pasión.
Tratando de ser justos hay que analizar el club desde sus dos órbitas, la del cuerpo técnico que es la que tiene que responder por el estilo de juego y por los resultados, y la de la parte directiva y administrativa que vela por el funcionamiento y el manejo estructural de la institución. Si estas no se entienden, si hay fracturas entre una y otra, y si no se tienen claros los elementos que deben primar para el manejo del deportista (hay futbolistas, basquetbolistas y futbolsalistas) fácilmente se pierde el norte y la inversión se vuelve deficitaria pues el espectáculo deja de ser atractivo.
Invierto el orden y me ocupo primero de la dirigencia administrativa y directiva del Once Caldas. Lo primero que el hincha debe tener presente es que gracias al señor Jaime Pineda esta bella pero saqueada institución deportiva está viva. Hace un año no había futuro y la corporación iba en picada camino a la desaparición. Como un milagro se nos pareció la virgen montada en tractocamiones y el club que tenía el agua hasta la nariz pudo salir a flote. Claro, hay muchas preguntas por responder y explicaciones que dar con respecto a la negociación que se hizo con los anteriores directivos.
Pero echar mano de un equipo quebrado, con unas deudas multimillonarias y una organización sin norte, producto de errores voluntarios e involuntarios, era como hacerse el harakiri. Aún así Pineda, que no es caldense y a quien no conozco (valga la claridad), se la jugó toda. A él hay que agradecerle pues rescató la confianza de miles de hinchas y en menos de lo que pensábamos nos puso de nuevo en el estadio y hasta alcanzó a despertarles a muchos el sueño de volver a una final. Además ordenó mantener la estructura de club deportivo y en tan solo un semestre ese agónico Once Caldas se sacudió y fue protagonista tanto en fútbol como en baloncesto y fútbol sala. ¿Habríamos alcanzado eso con los directivos anteriores encabezados por Duván Vásquez?
Por eso, aunque entiendo al hincha pasional dolido por la humillante derrota del domingo pasado ante Cali, me parece injusto que le reclame a Jaime Pineda debido al equipo de 20 pesos que se armó. Es cierto, él es el de la plata, pero no se puede olvidar que al frente tiene unas millonarias deudas contraídas las cuales trata de sortear ante la DIAN y exponer gran parte de su capital, con una dirigencia caldense algo dormida para apoyar la institución, era arriesgar demasiado, por eso la decisión de armar un grupo más modesto en cuanto a jugadores y salarios.
Ahora hablemos del cuerpo técnico encabezado por Santiago Escobar quien deja entrever que es serio, trabajador, accesible y sin ínfulas de superioridad. Él es quien debe poner la cara y responder por lo deportivo, y de hecho lo hace, pero a veces trata de justificar lo injustificable. Para no ir lejos me ocupo de sus explicaciones del partido ante Cali. ¿Cómo no reconocer que se equivocó de cabo a rabo jugando un partido de arranque de torneo con un grupo renovado casi en un 50%, con tan solo 10 o 12 días de trabajo y ante un equipo como el vallecaucano que tiene una identidad y mantuvo gran parte de su estructura?
¿Por qué no puso de entrada a tres o cuatro jugadores conocidos y a quienes tuvo durante muchos partidos en el primer semestre a que contuvieran a un experimentado Cali, con un técnico que es "zorro" y que sabe aprovechar cualquier ventaja que le den? No, el popular ‘Sachi’ metió de entrada seis de los refuerzos que si bien trabajaron como los demás, apenas comienzan a integrarse. ¿Qué pasó con Giraldo, Puerta, Ceballos, Álvarez? ¿Será cierto que hay una división interna y que eso que dicen algunos de los jugadores que se fueron sobre enfrentamientos y maltrato se está dando? ¿Será Santiago Escobar o su asistente Juan Jairo Galeano de quien no hablan muy bien por su actitud y por el trato que da?
Poco sé de futbol comparado con lo que conoce el profesor Escobar, pero sí sé que mientras no haya respeto hacia el trabajador, que si el diálogo no impera, que si no hay juicio en las decisiones y que si somos más pasionales que cerebrales en cualquier escenario, pero sobre todo en el futbolístico, siempre habrá personas que con razón o sin ella dirán que estamos equivocados. Y lo de aquel hincha indignado, como salieron muchos del estadio el domingo, vemos que se va contra el "gran dueño" del equipo, el que hace el esfuerzo económico, y no contra el que debe responder deportivamente. Ese es el Once Caldas que hoy tenemos.
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