Mario César Otálvaro


Mario César Otálvaro u macotal@yahoo.com
Disfrutando de Manizales en estos días de reflexión para el mundo católico, de vacaciones para muchos, y de descanso para otros, observé el Viernes Santo después de la práctica del Once Caldas cómo el estadio Palogrande se ha convertido en un atractivo sitio turístico para la ciudad.
Era una mañana soleada, las calles estaban vacías, los jugadores iban saliendo, muy amables por cierto tras su último trabajo, para el partido contra Alianza Petrolera, cuando de pronto irrumpió un grupo de 10 aficionados llegados de Cali pidiendo autorización al portero para que los dejara ingresar a tomar fotografías.
La historia se repitió a los 10 minutos con 8 personas más procedentes de Bogotá que arribaron con idéntico propósito, recibiendo la debida autorización, y luego 2 muchachos de quienes no supe su origen, y seguidamente una pareja de la capital, parientes del arquero José Fernando Cuadrado.
Todo transcurrió en un lapso de media hora, y la curiosidad me llevó a preguntarle al portero si era un hecho casual, hallando como respuesta que por estos días particularmente una gran cantidad de visitantes foráneos se había arrimado haciendo la misma solicitud.
Antes, un matrimonio con su hija me había contado que hicieron el viaje desde Medellín para saludar a su amigo Sachi Escobar, y allí estaban también unos tíos de César Arias con otros miembros de su familia, y un conocido de Juan Carlos Ángel.
De inmediato pensé en lo que hace un tiempo propuse en esta misma columna -desde la época de Jairo Quintero- y es que aprovechando los magníficos espacios que ofrece el estadio, se monte el museo del Once Caldas.
Qué chévere sería encontrar, por ejemplo, una videoteca con los partidos memorables del equipo, que existen en diversos formatos que pueden ser convertidos, incluyendo por supuesto todo el recorrido por la Copa Libertadores, y por los títulos alcanzados que por lo recientes están intactos y son de gran calidad.
Qué interesante paredes llenas de marcos con las camisetas históricas del club, fotografías de los jugadores emblemáticos, de los técnicos que realizaron algo, de las formaciones sobresalientes, y de otros personajes que dejaron huella y contribuyeron a inmortalizar la institución.
A quién no le gustaría ver el buzo rojo que lució Juan Carlos Henao en su celebración, y la de todo un país, aquel 1 de julio de 2004, cuando el Once Caldas fue el campeón de América. Y así hay más, hasta el balón con el que se perdió la intercontinental, que yo sé quién lo tiene.
Y qué tal una hemeroteca, y una biblioteca, pues con tanta cosa que se ha publicado es cuestión de recolectar valiosa información, con la seguridad de que mucha gente puede aportar. Es una idea no más, que ojalá se materialice, porque por lo visto tenemos una historia y un pasado que no valoramos como sí lo hacen quienes llegan de afuera.
A propósito, y en asuntos turísticos, convenzámonos de que aquí hay riqueza para mostrar, y que no basta con un comercial que suena esporádicamente en la radio y en la televisión invitando a visitar a Manizales. Se necesitan obras.
El cable a los Yurumos está inutilizado, y el parque está cerrado. El cerro Sancancio no es explotado, y le faltan un sendero peatonal y un mirador, y no se encuentran fáciles guías promocionales que incentiven visitar la hermosa zona cafetera, o subir al corredor polaco.
Reflexiones de semana mayor, luego de gozar de una Manizales tranquila, sin los amigos que se fueron de paseo, con la familia que revitaliza, fortalece y anima, y en el entendido de que estamos en un verdadero paraíso terrenal.
Hasta la próxima…
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