Para el año que viene se espera que prenda motores la locomotora de la infraestructura, que ha tenido toda clase de aplazamientos y cuya maquinaria no se ha podido sincronizar de manera efectiva para abordar todos los compromisos pendientes.
Ha fallado la capacidad ejecutora del ministerio de Transporte, también los contratistas, y las mismas regiones no han tenido la suficiente capacidad de gestión y de presión para lograr la respuesta a sus angustiosas necesidades.
Las vías avanzan con lentitud pasmosa; el ferrocarril es todavía un proyecto incierto y los aeropuertos colapsan ante el incremento de las operaciones y la incapacidad para atenderlas.
Por estos días observamos todas las principales arterias del país congestionadas hasta más no poder; los accesos a las grandes ciudades presentan trancones insoportables y los aeropuertos congestiones inauditas; el propio terminal internacional, inaugurado apenas en octubre, ha tenido que desembarcar sus pasajeros lejos de los muelles porque la congestión no permite el acercamiento de los aviones y para colmo de males, las aerolíneas se aprovechan de este tipo de congestiones para cobrar tarifas absurdas, en donde podemos observar que un tiquete de ida y regreso a cualquier ciudad del país, puede fácilmente la tarifa pasar de un millón de pesos.
Dentro del caos todo es posible y se aprovechan los más avivatos de las situaciones irregulares. Otro sería el panorama si en Colombia existieran alternativas eficientes de transporte como el ferrocarril, si las carreteras fueran en verdad autopistas y si los accesos a las ciudades resultaran eficientes para cualquier viajero.
Es importante que el ministerio de Transporte pueda exhibir la habilidad ejecutora de otros ministerios como el de Vivienda, que tiene cumplida la ambiciosa meta de las 100.000 viviendas o como el de las TIC que ha avanzado asombrosamente en las autopistas de la conectividad para todos los municipios, y avanza rápidamente en la conexión de servicios de Internet para todas las áreas rurales de al menos 100 habitantes.
La infraestructura requiere de la puesta en marcha de un plan choque, que el país quiere ver en toda su dimensión y está ansioso de que se le cuente cómo va a ser esa arremetida para recuperar el tiempo perdido. Un gran reto para el año que va a comenzar, que no aguanta más aplazamientos.
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