Luis F. Gómez


La recuperación de unos 12 mil millones de pesos que la región no ejecutó y que devolvió a la nación es una buena noticia para el proyecto de Aerocafé. Fue una batalla interesante desde el punto de vista jurídico, regional y de justicia. Esos dineros deberían volver a la región y así finalmente parece que va a suceder. Pero el problema de fondo sobre el nuevo aeropuerto está allí, y valdría la pena que la región se preguntara muy sinceramente sobre el proyecto. Y no se trata de aguar la fiesta, sino evitar precisamente que la fiesta se desinfle.
Los problemas técnicos que se han tenido y los verdaderos costos de la ejecución de las obras deben hacerse preguntar sobre la reorganización del proyecto de Aerocafé. Me explico. El plan de un gran aeropuerto se debe mantener en el sueño y la programación, pero se debería pensar si no es mejor hacerlo modularmente. Es decir, que se construya un aeropuerto de especificaciones menores en una primera etapa que permita hacer el traslado rápido de las operaciones de La Nubia a la nueva terminal aérea. Lo que exigiría reducir sustancialmente el tamaño de la obra en una etapa inicial. Pues de lo contrario y con las cifras que recientemente fueron publicadas por LA PATRIA, será muy lejos el día que veamos aterrizar allí un avión.
En este caso, igualmente, hay que luchar por aclarar los problemas que se dieron en la contratación y los líos de transparencia que ha habido allí y en la ejecución de los contratos. Además de los problemas técnicos, hay que aceptar que no ha habido suficiente claridad en todo el proceso, y este fenómeno le ha restado mucha confianza al proyecto mismo. Por su envergadura, por su impacto en la región, las autoridades deberían establecer un régimen de excepción para evitar que se cuele la corrupción.
Aquí hay unas necesidades urgentes por satisfacer con el nuevo aeropuerto. El traslado de La Nubia como aeroparque para la ciudad de Manizales es una de las más apremiantes necesidades. Las estadísticas de tiempos de operación efectiva de La Nubia así lo exigen. Manizales requiere tener un aeropuerto mucho más seguro y fiable. La necesidad de un terminal aéreo regional con capacidad de grandes aviones de pasajeros y carga como un puerto aéreo para la internacionalización de la región, es una segunda necesidad. Pero no la más apremiante. En este aspecto se debe ser muy realista. Así, como para solicitar y ejercer la presión para lograr la devolución de los recursos, las fuerzas vivas deberían ponerse de acuerdo con la hoja de ruta estratégica del proyecto.
Se debería, entonces, pensar en serio en las proporciones de la primera etapa del proyecto, para dar una respuesta a rápida a las verdaderas necesidades más urgentes. Y evitar que todo se enrede a la hora de su ejecución por presionar un modelo maximalista.
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