Guillermo O. Sierra


Creo que no me equivoco si digo que todos estamos de acuerdo en que por obvias razones, todos los ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad, de esta región y de este país, merecemos una educación de mejor calidad. Este hecho implica pensar en la formación de seres humanos honestos, incluyentes, solidarios, justos, productivos, en pocas palabras: una formación de seres humanos buenos. Para esto, por supuesto, se requiere que las políticas públicas en materia de educación -en todos los niveles- estimulen y fomenten mejores aprendizajes, mayor acceso a la educación con su correspondiente permanencia y que, además, sea una educación para el trabajo, en el entendido de que éste debe ser para la transformación social, política y económica. Esto, me parece, es claro. Y obvio.
No hace mucho tiempo, los ciudadanos de la capital de Caldas, le dieron a los actuales gobernantes un mandato claro: votaron por la educación, para que esta fuera prioridad en sus agendas de gobierno. Cumpliendo este mandato, la Alcaldía de Manizales, apoyó la propuesta de crear una Alianza por una educación de calidad en Manizales (a la que pertenecemos más de 35 entidades e instituciones), por lo que se creó una Junta Asesora de Educación, que terminó dándole forma al documento llamado Plan maestro de educación 2032, herramienta que deberá servir como un valioso insumo para la formación de seres humanos buenos. Esta, insisto, es la esperanza, mucho más que un simple sueño. Con esta lógica trabajamos en la Universidad de Manizales, es decir, hacemos un camino con la idea de contribuir con la construcción de una sociedad razonable.
Este documento del Plan Maestro le deja señales claras a los gobernantes actuales y futuros para que sus agendas, todas, lleven la impronta de que la educación debe ser básica para la superación de la inequidad y la pobreza. Creo que nuestros gobernantes deben aprender a reconocer que los ciudadanos de ‘a pie’ saben, y saben mucho; y que éstos necesitan que se les garanticen mejores locaciones, mejores equipos tecnológicos, mayores recursos presupuestales…
Pero también -y quiero ser reiterativo en esto- el Plan Maestro, les señala a los ciudadanos y ciudadanas de ‘a pie’ que ellos deben comenzar a reconocer que son autores de su propio destino, de su propia formación; que reconozcan que la educación no depende única y exclusivamente de sus gobernantes, o de un plan de estudios, o de los docentes, o de tal o cual institución, o de que tengan tecnologías de última generación. La educación es mucho más que esto. Todos debemos aprender a ser ciudadanos que no nos desviemos del camino de la bondad, de la honestidad…
La pobreza, la inequidad, en una palabra, el subdesarrollo, también se supera si nos empeñamos en ser buenos ciudadanos y ciudadanas, esto es, si aprendemos que necesitamos de los demás; si recuperamos el respeto por las normas y por la palabra; si reconocemos nuestras enormes diferencias; si reivindicamos la solidaridad cotidiana; si visualizamos de manera clara los límites… Me parece que todos estos pequeños y vitales comportamientos son el mejor currículo que como ciudadanos podemos construir en la ciudad.
El Plan Maestro pone la meta de que para el 2032 la educación de calidad tenga una cobertura del 80%. Pero yo quisiera pensar en una educación de calidad pos 2032, es decir, para toda la vida. ¿Será mucho pedir?
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