Andrés Hurtado


No faltó el despistado o malintencionado, creo más bien lo primero, que me escribió diciendo que al hablar del Mariscal Rommel y del soldado Gunther yo estaba haciendo la apología del régimen de Hitler. Al contestarle lo mandé cordialmente a aprender a leer. A propósito, alguna vez quise escribir sobre los colombianos histéricos o maniáticos que parecen leer los periódicos buscando en qué línea del texto se pueden ofender, se quieren ofender, y por supuesto terminan ofendiéndose sin ninguna razón para ello y culminan su faena escribiendo e insultando a los columnistas. Los que escribimos en los periódicos podemos contar muchas anécdotas al respeto, divertidas unas, indignantes otras.
Quiero recordar una, una no más. Escribí un artículo sobre los comerciantes que trafican con la madera de la selva y al mismo tiempo hablaba de la reforestación y de la necesidad urgente de salvar los páramos. Pues bien, recibí una carta, bastante indignada de un señor de Manizales (omito detalles sobre el personaje y sobre todo sobre su profesión de ingeniero forestal) que refiriéndose a mi artículo protestaba porque yo nunca escribía sobre los depredadores de bosques y selvas. Yo no sabía si reírme, llorar, lanzarme desde el cuarto piso o simplemente tomar las cosas con humor. Y me decía: si este señor es un "doctor" que ha pasado por la universidad y por lo tanto hizo todo el bachillerato y…no sabe leer, entonces qué esperanza con los millones de colombianos que no saben leer y cuya urgente ocupación diaria es buscar algo para comer. Lo grave del caso es que el ingeniero forestal de marras me decía que no perdía artículo mío tanto en LA PATRIA como en El Tiempo, con lo cual pensé que además de "ignaro" (para no decirle ignorante) que no sabe leer, resultó mentiroso pues he escrito decenas y decenas de artículos sobre bosques, selvas, páramos y demás.
Pero volvamos al tema. Gunther Buch, nuestro soldado, en el libro que le dedicó Liberio Jiménez, narra lo que todos sabemos: de cómo el Mariscal Rommel fue acusado de conspirar en el atentado que se hizo a Hitler el 20 de julio de 1944 y de cómo, a raíz de ello, Hitler lo mandó "suicidar". Ni Rommel era nazi y miles y miles de soldados alemanes nada tuvieron que ver con los horrores que cometió Hitler.
El 17 de julio en la vía que conduce a Livarot, Rommel fue alcanzado por la artillería enemiga y herido de gravedad. Este trágico incidente puso en bandeja de plata a Hitler la excusa que daría al pueblo y al ejército sobre el obligado suicidio del hmuerto a causa d ela emboliam sufrida por las heridas del accinte.ene que ver xcon los horrores que cometisobr su profesiéroe. Dijo que el mariscal había muerto a causa de la embolia sufrida por las heridas del accidente. Así obran los tiranos asesinos que se entronizan a sí mismos como dioses e idiotizan a los pueblos imbéciles que los siguen. En este vecindario hemos visto cosas parecidas.
El 8 de agosto el Mariscal había sido trasladado de Vesinet, donde estaba hospitalizado, a su casa de Herrlingen, cerca de la ciudad de Ulm. Allí quedó bajo el cuidado de los médicos de la facultad de medicina de la universidad de Tubinga….De allí salió cadáver el valiente y admirado Mariscal, ejemplo de soldados y patriotas. En el próximo artículo volveremos a nuestro soldado Gunther y sabremos cómo terminó lejísimos de Alemania, en los bosques del Huila, Colombia, allá en el trópico americano.
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