Esteban Jaramillo


Gana el pulso con amplitud, Pékerman con la selección Colombia. Lo hace a través del impulso que da en la tabla de puntuación, pero básicamente con la propuesta ofensiva, llena de ingredientes emotivos, y goles electrizantes. La influencia en ella de los convocados es determinante, porque, con juego devastador, da cuenta de sus enemigos. Queda en evidencia que el fútbol pasa por los jugadores.
Indiscutible el pasaje esplendoroso de Falcao, al igual que el de James, Teo, Aguilar y Valencia. Pareciera ser que el único con dificultad para encajar en este esquema es Yepes, sin desconocer su oficio de veterano o su influencia anímica.
"Los jugadores-ojo, dicen los mayores- ganan partidos, los entrenadores los pierden". En nuestro caso, el del combinado patrio, Pékerman transmite sentido común en la alineación y en la planeación, pero son estos, los elegidos, con su soberbia actuación individual y colectiva, los que sustentan el deseo de triunfo. En evidencia queda Bolillo por su fútbol ultradefensivo, y Leonel por sus desbordes atacantes sin equilibrio. Algo parecido, en este último caso, a lo que ocurre en el Once Caldas actual, que ataca sin gol, desprotegido en la defensa, sin balance en sus sus líneas, lo que le deja expuesto ante el rival.
La premisa del buen trato a la pelota, con ritmo en el toque, marca diferencias en Colombia.
Volantes y delanteros miran el arco contrario con ambición. Con James, el medio rebosa calidad y Falcao y Teo arriba, llenos de arrebatos goleadores, entusiasman y contagian. Y hay más, porque en el banco de relevos, esperan impacientes talentos por explotar. Generación destacada esta, que marca el esperado relevo de aquello que el Pibe comandó.
Hay un evidente vínculo afectivo entre este equipo chispeante y la afición. Crece con base en los resultados, porque el pueblo ve en él calidad garantizada. Cada intervención, especialmente las últimas, reivindican el deseo de ir al mundial.
Hasta ahora todo marcha sobre sobre ruedas. Algo queda claro, a un año de la conclusión de la eliminatoria, que Falcao es Falcao, que James es James, y que Pékerman no es Superman, ni es un dios.
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