Luis F. Molina


En Twitter: @luisfmolina
Faltan pocas semanas para que Cartagena se engalane con la farándula política del continente americano. Sin embargo, el show mediático comenzó hace algunos días. La VI Cumbre de las Américas que tendrá lugar en esta ciudad será el cenit para los chismes y las especulaciones de todos aquellos ligados a la vida política americana.
Hace tres años el panorama era levemente diferente. Muchos de quienes compusieron aquella reunión presidencial, ahora descansan en sus casas por culpa del esplín de sus antiguos trabajos. Ahora el turno es para una generación mixta de líderes alicaídos y otros previamente hundidos. No todos son malos. Hasta ahora.
En la cumbre de 2009 que se llevó a cabo en Puerto España, los presidentes asistentes llegaron a unas conclusiones sumamente globales, de necesidades conocidas por todos los americanos y que a la hora del té terminaron por escribirse y no aplicarse. Es claro, tantos presidentes juntos no pueden operar conjuntamente. Unos quieren más protagonismo que otros y por esto hacen una especie de corto circuito político.
Ahora, en Cartagena el panorama social y económico no es muy diferente. Aunque hay caras nuevas, las viejas se encargan de robarse el show por sus conocidos discursos y su necesidad farandulera de dejar la confirmación de asistencia para última hora, algo típico en esta región.
Tristemente, esta edición de la Cumbre de las Américas no contará con la intimidante presencia de Rafael Correa, quien asintió su ausencia, pues según él, no se ha respetado el acuerdo de invitar a Cuba. Ahora, no habrá quien protagonice los ataques airados en contra de sus opositores, sea prensa o políticos. Sin embargo, estoy seguro que Ecuador, al igual que Cuba, estarán muy bien representados por sus amigos de la zona.
Los dos días de fiesta que vienen traerán acuerdos que a nada van, bajo el escudo de ser bilaterales. Seremos todos testigos del ascenso a diplomacia de la hipocresía y la cobardía política. Muchos que se insultan por televisión, ahora compartirán algunos brindis y comidas. Claro, están en su derecho. Son políticos y esto no es nuevo.
Debido a que muchos andan enfermos, se verán forzados a denegar el brindis, pero hay quienes sí querrán chocar sus copas con sus colegas. Cristina Fernández, Hugo Chávez, Fernando Lugo y cualquier enfermo en potencia, deberán dejar los auditorios antes de que comience el sereno. Es lo mejor que pueden hacer para preservar la poca estabilidad que les queda, comenzando por la política.
Barack Obama, de EE.UU., llegará a Cartagena con la cabeza puesta en otra cosa. Su discurso, como todos los que hace recientemente, hablará de planes venideros, en especial con duración de un cuatrienio para que puedan funcionarle. Quizás en 2015, cuando ha de celebrarse la próxima cumbre, un sujeto de otra tendencia política esté en su sitio.
Con Juan Manuel Santos como maestro de ceremonias, solamente sabremos de él con sus elocuentes discursos. Ahorrará más palabras que los planes de austeridad de José Mujica, conocido en su país porque la generosidad no es su fuerte. Algo totalmente respetable, más de estos días de economías difíciles.
Stephen Harper, primer ministro canadiense, tendrá que hacer amigos en la zona. Pienso que debería comenzar con aquellos presidentes que reciben a diario las ofertas de las empresas mineras de su país y también sus molestias. Supongo que en este encuentro presidencial sí le hablarán a Porfirio Lobo aunque el fantasma de Manuel Zelaya todavía le genere dolores de cabeza.
Los corrillos de pasillo estarán infundados por Daniel Ortega y Evo Morales, si es que este último se digna a venir. Él es otra estrellita que deja su asistencia para lo último. Con Sebastián Piñera no habrá problemas. Sabe cómo lidiar con sus raros amigos de las Américas.
Por último está Felipe Calderón Hinojosa, quien irá con sus compañeros tratando de mostrar las ventajas de México sobre Centroamérica. Espero que lleve el regalo esperado por todos sus colegas: un calendario maya para que cuenten los días que pueden trabajar de verdad en lugar de ver qué pasa en la yarda del vecino.
En total, son 33 jefes de estado invitados por Colombia y la OEA para llevar a cabo otra imprescindible reunión que estará llena de resultados a eterno plazo. Por ahora, y mientras ocurre algo importante con esta Cumbre, veremos cómo unos cuantos ponen en consideración de su alta dignidad el destino de su asistencia.
Para el 14 y 15 de abril está proyectado que se hable de reducción de pobreza y desigualdad, de integración física de las Américas, inclusión tecnológica, desastres naturales y seguridad. Estos tópicos hacen pensar que los 34 países (35 si se cuenta a Cuba) trabajarán conjuntamente por resolver los problemas de siempre cuando en realidad el panorama político americano está fragmentado y su capacidad de trabajo conjunto es plenamente reducida.
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