Óscar Dominguez


Informo a mis desocupados y/o posibles lectores que me guiaré por los siguientes parámetros para NO votar ("olvidé" inscribir la cédula) el domingo:
El candidato deberá garantizar con su hoja debida que si tocan a la puerta de su cambuche en la madrugada, es el lechero, nunca la Fiscalía que se lleva los computadores para atisbar con lupa su intimidad.
Se compromete a asistir a todas las sesiones del Congreso; nada de darle palomitas a nadie para dispararle la pensión. Trabajará con impetuosidad de primíparo, o de sujeto que está a punto de perder la virginidad. Nada de disculpas médicas hechizas, perratas, chimbas: que se enfermó del ego, que le dio una jarretera, un patatús de menor cuantía, que estaba pecaminosiando con la mujer del prójimo. O con el prójimo.
Señor candidato: ¿Ya presentó juicioso su declaración de renta como ordenan los cánones?
Jurará ante notorio notario que no ha inventado frases "históricas" pero inútiles como la archifamosa: "O cambiamos o nos cambian".
En caso de ver u oler a un lobista diez kilómetros a la redonda, cambiará de acera para no caer en la tentación. (Lobista es ese perfumado sujeto, meloso, de cargaderas, zapatos, medias y conciencia verdes y rojas, como los censores de la dictadura, que le puede inflar la cuenta bancaria al constituyente a cambio de su votico para favorecer los intereses de su patrón).
¿Jura por su gato que no irá al Congreso a salvar o recuperar la obscena inversión que hizo para llegar al parlamento?
No es necesario que cambie el país. Suficiente con que no ayude a tirárselo. Prometerá ante el hacedor de estrellas y del viento que solo meterá la mano en su bolsillo, no en el del presupuesto, por supuesto.
Tampoco utilizará la curul para devolver favores recibidos durante la costosa campaña, sino que sudará las dietas con iniciativas que mejoren la cotidianidad del hombre de a pie.
(Es despistadora, equívoca y caprichosa como actriz del cine porno la tal voz dieta: es el robusto salario de los congresistas y punto).
El candidato ideal se compromete al final de la legislatura a no aprobar proyectos de prisa, a pupitrazo ventiao, en la madrugada, cuando "el músculo duerme, la ambición descansa". A esas horas suelen aparecer micos u orangutanes, como se les dice a esos apéndices que se les cuelgan a los proyectos, con fines nada santos.
Trabajará de tal forma que sus electores no cambiarán de barrio ni de mesa si se lo topan en el restaurante de pocos o muchos trinchetes. O mientras espera que el semáforo lo autorice para que siga su viaje a Itaca. Podrá ir a los centros comerciales sin temor a que le lluevan tomates ni colillas de cigarrillo en la nuca.
El candidato ideal tendrá un discurso coherente. No tendrá uno para su intimidad, otro para su equipo, su familia, el club, la misa dominical, el motel, el sauna, la plaza pública.
El buen candidato aparecerá todos los días, no solo cada cuatro años, en el corazón de los constituyentes-contribuyentes primarios. (Soñar no cuesta nada pero tampoco paga IVA)
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