Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Tras el receso por eliminatorias, y ya en la mitad del torneo porque la jornada de clásicos así lo señala, los tiempos se acortan, y es necesario apresurar el paso si se quiere entrar al grupo de los ocho, que aunque no debiera ser, es el único objetivo del Once Caldas.
No hay con qué sorprender, el equipo es soso, plano, sin ideas en lo que a su función colectiva se refiere, con un comportamiento de despliegue físico y entrega, pero con muchas fallas en lo que relaciona respuestas individuales y actividades de campo.
El partido contra Tolima fue un oasis  en medio del desierto, el 4-0 le significó a Escobar una resurrección que le amplió los plazos cuando su posición era insostenible, y luego victorias sin sobrarle nada, sobre Medellín y Envigado, ambos en crisis.
Son las cosas del fútbol que paradójicamente reflejan el carácter reactivo de la mayoría de nuestros dirigentes, quienes funcionan al vaivén de los resultados, independiente de cómo se hagan las cosas, porque el Sachi lamentablemente no ha realizado bien su tarea.
Tiene la ventaja, y desde ese punto se puede mirar, de que enfrentará en las 5 jornadas siguientes a rivales que están por debajo en la tabla, incluido el Quindío con el que jugó ayer después de escrito este artículo, confiando en que haya logrado una victoria.
Si con 26 puntos Pasto clasificó octavo en el primer semestre, y suponiendo que nuevamente esa sea la cifra tope, la oportunidad está ahí para sumar una cantidad que acerque la opción, y restablezca la confianza frente a un cuerpo técnico sin protagonismo.
Del que se tiene que revisar su labor más allá del amiguismo, las buenas formas, y las palabras, porque aquí se trata es de construir un proyecto que solidifique al club, para que el dueño entienda las conveniencias de la inversión, y la particularidad del negocio.
Las instituciones fuertes, que pelean títulos y se arman para competir contratan jugadores de categoría, no los botan como hizo este Once Caldas que los remplazó con otros de regular condición como los delanteros vinculados, propios para un equipo de la B.
Una pena la baja del argentino Patricio Pérez, quien con Cuadrado representan lo mejor de un plantel en el que al parecer Jiménez cayó en desgracia como tantos otros, pues no se explica su ausencia frente a los eternos suplentes que ahora comandan el ataque.
La llegada de Palomino cubre una posición en la que escasea la marca, en un acertado golpe de opinión por sus antecedentes con Nacional, aunque extraña su pronto regreso del exterior, y falta ver su nivel, pues no ha sido un año con mucha actividad.
Total, y aunque 10 fechas ofrecen margen, no hay respiro y ganar es fundamental para afianzar la parte competitiva, en espera de que algún día mejore lo futbolístico porque ya es hora de que se refleje el trabajo, a no ser que este sea muy poco.
Publicaba este diario en su edición del sábado la angustia que vive el deportes Quindío en cada partido, lo que es consecuencia del atropello de un dirigente que sin respeto por las causas sociales lo tomo para sí, se lucró, y va rumbo a dejar sin fútbol a otra ciudad tradicional, como ya sucedió con Pereira, Bucaramanga y Santa Marta.
Y no parece que el cuadro cafetero tuviera salvación, porque su nómina es pobre, lo que determinaría una plaza más del eje cafetero sin torneo rentado, lo que ratificaría el peso que
hemos perdido en el concierto nacional por falta de compromiso, y de auténticos líderes.
P.D. Al colega, amigo y compañero Diego Giraldo Gaviria, el mayor de los éxitos como
Secretario del deporte en el departamento de Caldas. Que su integridad e idoneidad vayan acompasadas de una gestión acorde con el rutilante momento del deporte nacional.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com