Mario César Otálvaro


LA PATRIA | BOGOTÁ
Apenas se han jugado dos de los seis partidos pendientes por la Liga Postobón, y el Once Caldas ya salió del grupo de los ocho, estando amenazado además por Patriotas, Tolima y Equidad que al ponerse al día podrían sobrepasarlo.
Por eso, que no se llamen a engaños los directivos, y que con los pies sobre la tierra exijan la clasificación, porque hasta hace poco les pintaban pajaritos de oro dizque porque el equipo estaba quinto, y después octavo, antes del receso.
Situación que igual no salva al técnico, quien lanzó el pararrayos ésta semana asegurando que para eso lo contrataron, muestra más de mediocridad, cuando el objetivo aquí es construir equipo, hacer futuro, y pelear todo en una competencia discreta e irregular.
El panorama no es nada bueno, la inconsistencia en su fútbol, la poca garantía que ofrece para alcanzar los resultados, sin confiabilidad porque no hay bases, hacen prever un mal desenlace en las cuatro fechas que restan, cada una de ellas un final.
Con un antecedente nefasto, y es que en los últimos tiempos nunca se ha conseguido un rendimiento arriba del 60% que es el que se requiere ahora, pues de 12 puntos en juego debe hacer 7 para llegar a los 26 con los que se cerró el lote en el primer semestre.
Y aun así, llegando al grupo de semifinalistas, darle largas al asunto es prolongar la agonía porque el problema está detectado, y ni por amistad ni economía se puede seguir aguantando un proyecto que va contra los intereses institucionales, y el sentimiento general.
Una cosa es tener un mal rato, como le pasó a la selección Colombia en el primer tiempo frente a Chile, y otra que esa sea la constante como ha venido sucediendo con el Once Caldas durante la temporada, sin protagonismo, ni lucidez, ni brillo.
Y escribo desde Barranquilla después del empate que nos permitió volver a una Copa del Mundo, tras un 0-3 a ritmo de Cueca con el que nos pasearon, mandándonos humillados al descanso, para posteriormente remontar y acabar esa tediosa espera de 16 años de espera.
Dicen las abuelas que las cosas no pasan porque sí, y que siempre tienen un fondo, y ese momento adverso desnudó errores en defensa que obligan a replantear, y que estaban ocultos porque nos atacaban poco, y a la par teníamos la fulgurante figura de David Ospina.
A Mario Yepes le cuestan los años, se le ve aparatoso, lento, no está para encarar atacantes rápidos como el extraordinario Alexis Sánchez que vimos en el Metropolitano, y Amaranto Perea tampoco es ficha de seguridad, por lo que Pékerman deberá buscar alternativas sin casarse con nadie.
Por fortuna, ese acelerado ritmo con el que arrancaron los chilenos les pasó factura, llegamos a una paridad que parecía imposible, y como lo último es lo que queda, la celebración en toda Colombia fue espectacular, digna del buen trabajo que ha hecho esta selección y todos sus integrantes.
Un 3-3 que pasará a la historia como el famoso 4-4 frente a Rusia en Chile-62, o el 1-1 contra Alemania en Italia-90, primero porque levantar un 0-3 en estas instancias no es fácil, y además porque tiene el significado de ese cupo tan esperado, tan soñado, y que nos pone en la élite del planeta fútbol.
Bien por Colombia que logró el objetivo, por el técnico Pékerman que con sabiduría avanzó a su segundo mundial después de jugarlo con Argentina en Alemania 2006, y particularmente por el país, que en esta era de las comunicaciones volverá a ver a su selección en lo más alto de la competencia.
Prepárense que viene los más sabroso, confiando que también lo sea para el Once Caldas, sin que sea un secreto que para dar el vuelco que se necesita, haya que cortar las raíces que dan frutos secos, y empezar una nueva siembra para una cosecha productiva y generosa.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com
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