Luis F. Molina


Doctor ilustre
Nicolás Maduro Moros:
Le escribo como latinoamericano acertando a las decepciones que mantengo hace un buen tiempo con varias administraciones de la región por la vulgar forma en la que han interpretado su impecable forma de gobierno, pulcra y llena de folclor.
Qué mejor que un mandatario que se unge de pueblo para luego pedir que sus favores sean devueltos a través de la figura de la democracia representativa. Es un acto de sinceridad, pues qué más podemos esperar de otros mandatarios, nacidos en cuna de oro y que jamás condujeron un bus como usted valerosamente lo hizo en otrora. Ellos únicamente sabían subirse al bus de la victoria.
Permítame reconocerle, doctor Maduro, su loable labor como líder de la región. Sin su simpatía y don de baile las cumbres serían nada más que convenciones de élite llenas de chascarrillos inentendibles en lugar de indirectas pasionales y chistes morbosos. Por eso, no hay que hacer caso a aquellos que tomaron a modo de burla que el gran prócer de las nuevas Américas, el gran Hugo Chávez Frías, le hubiera hablado a través de los codificados cantos de un pájaro. Es más; hasta quisieron tratarlo como un ave de malas noticias.
Por eso reconozco de usted, señor presidente de Venezuela, que sea tan sensible y lleve de obsequio a los mandatarios de la región grandes fotografías –enmarcadas y retocadas – del comandante Chávez. Qué mejor que eso. Ya la pueden colgar en las paredes de las primeras casas de gobierno, al lado de Engels, Marx o Mao Zedong, tan admirados por todos nosotros, los ciudadanos preocupados que siempre aprobamos lo que el gobierno haga por nosotros, porque confiamos en el buen uso de nuestros recursos.
Es más, resulta increíble que tantos medios venenosos – que merecen un estudio de sus licencias de funcionamiento- reporten tantas banalidades sobre nuestra revolución. ¿A caso no valoran todo lo que subió salario mínimo? ¿Es que no ven todas las garantías que hay en la Asamblea Nacional de Venezuela? ¿No ven cómo la oposición maneja a su antojo los periódicos? Son unos ciegos ignorantes.
Hay cosas que el vulgo internacional nunca va a comprender. Decisiones llenas de profundo conocimiento y sabiduría que les callan. Qué mayor inteligencia que nombrar un militar para que maneje la cartera económica del Órgano Superior de Economía, todo con el fin de remediar esas infundadas ideas de crisis de los golpistas que no quieren abandonar nuestra patria, la patria grande de Bolívar.
Además, doctor Maduro, todavía tenemos años de petróleo. Ese nunca se nos terminará y será nuestra mina de oro para desafiar el imperialismo que llega desde el norte. Aunque debo reconocer que no debemos pelear con ellos… nos quedaríamos sin nuestro comprador principal de petróleo y no podríamos seguir dándonos la gran vida que ahora todos los venezolanos tenemos, de confortables viviendas, alimentación balanceada, servicios médicos admirables y estructuras estatales libres de burocracia corrupta; no como los vecinos que le van a la derecha…
Esas cifras de las que hablan los economistas, tales como inflación, crecimiento y riqueza solamente hacen parte de una basura mediática hecha para hacernos caer y confundir nuestro camino. Esos economistas de poca monta no tienen cerebro para entender nuestra admirable forma de gobierno, animada por comprensión y unión nacional, tal como siempre lo quiso y lo hizo nuestro comandante Chávez.
Esos que tanto critican no tienen el don de gente que es vivir en Caracas, amable ciudad que hace poco visité. En la capital hay de todo. A las 6 a.m. se ven trancones por las principales avenidas que simbolizan la dinámica económica y social de la ciudad. Eso sí no lo valora nadie. Los doctores cubanos que atienden a los venezolanos son los mejores. Están plenamente adaptados a los avances médicos en tecnología y conocen perfectamente el cambio social que se está dando en el mundo. Obviamente, eso es mejor que buenos hospitales llenos de cuotas altas y copagos disfrazados, como se lo piden a los yanquis o a los colombianos y solamente dedicados para aquella oligarquía golpista y cobarde.
Por eso, mi admirado Nicolás, a usted confío la revolución, que sigue su camino con más fuerza que siempre para que no la venda ni le corrija un camino que Chávez dejó mejor que nunca. Nunca cambie, se lo ruego.
Adiós.
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