Guillermo O. Sierra


Preguntaba ayer en la instalación del Simposio de Comunicación organizacional, promovido por la Universidad de Manizales, en el Centro Cultural y de Convenciones Teatro Los Fundadores, si había algo más
estratégico, más pedagógico, más didáctico que conversar. Quizás no. El prefijo con quiere decir completamente, globalmente; y versare, significa girar, dar vueltas. Conversar es, entonces, dar vueltas en compañía de alguien, estar con otros, con otras; interesarse por ellos; girar alrededor de la vida, de su vida y de la de uno.
Cuando comencé mi rol como rector dije con total claridad que no debemos involucrarnos bajo ningún pretexto en la resolución de los conflictos por otra vía que no sea la de las palabras; y la de las palabras vueltas conversaciones. Recuerdo que cuando era estudiante de pregrado –y también me pasaba cuando lo era de posgrado–, no veía las horas de terminar clase e irme para la cafetería a conversar con los amigos. Los descansos siempre han sido ideales para estar con los otros, saber de ellos. Por eso, soy un convencido de que el estar y girar con los otros y las otras nos permite aprender a ser leales, solidarios, incluyentes, honestos, libres…, valores sin los cuales no es posible hablar de construcción de ciudad, de región y de país.
En aras de ser justos, debo decir que este comportamiento es lo que le he visto a Jorge Eduardo Rojas Giraldo desde cuando se postuló como candidato a la Alcaldía –lo que hasta la fecha veo que ha cumplido sin descanso– en lo que él denominó Gobierno en la calle. ¿Acaso esto no ha sido lo que buscamos los ciudadanos desde siempre: que los mandatarios estén cerca a nosotros, que nos escuchen, que conversen con nosotros, así sea para desahogarnos de nuestros eternos y múltiples males?
Que los gobernantes salgan de sus oficinas –de Palacio, dirían otros– y nos busquen, que se enteren no por intermediarios, sino ellos directamente de nuestras múltiples quejas y sufrimientos, es un paso grande; tal es lo que hay que abonarle a Rojas Giraldo. Todo parece indicar que el primer mandatario del municipio tiene claro que con los ciudadanos lo primero que hay que hacer es conversar; que si no se habla con ellos es imposible buscar caminos que permitan soluciones reales y rápidas. No voy a decir que éstas sean, o hayan sido, efectivas y eficientes, ese juicio de valor se los dejo a los miles de manizaleños que le han visto y han estado con él en la calle; les corresponde a ustedes decir si se ha mejorado el acceso y la calidad de la educación, si ha habido mejorías en temas como competitividad, innovación, emprendimiento, desarrollo empresarial; si se han consolidado sistemas para el mejoramiento de la calidad ambiental de la ciudad; si van por buen camino proyectos como los que atañen a la salud mental, sexual y reproductiva; a los de equidad de género; de juventud; de seguridad alimentaria y nutricional; si se están concretando los proyectos para la protección a los ciudadanos del adulto mayor, de la familia…, en fin. Ustedes tienen la palabra. Evalúen y juzguen.
Por mi parte soy un convencido de que a partir de las conversaciones que hagamos de forma permanente, y que además sean honestas, tranquilas, mirándonos a los ojos, son la mejor estrategia para materializar proyectos de vida personales y colectivos.
No otra cosa es lo que he visto del Alcalde Rojas. A él le gusta conversar. Y eso hay que valorarlo. Y respetarlo.
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