Por la estructura del cerebro y el proceso evolutivo, tenemos al interior de cada uno dos grandes tendencias: adaptación y sobrevivencia. Cada una está asociada a distintos tipos de hábitos emocionales. Los que están ligados con la adaptación son atención, exploración, aprendizaje y creatividad; mientras que los que están vinculados con la sobrevivencia son ataque, huida y bloqueo. La pregunta es: ¿cuál de los dos es el que más utilizas en tu vida? ¿Frente a las situaciones de la vida, qué actitud asumes?

Los que quedan atrapados en los esquemas propios de la sobrevivencia por lo general son personas agresivas, violentas y reactivas. Pues bien, por los procesos fisiológicos y bioquímicos que sufre el cuerpo cuando este sistema se activa, se paga una cuenta importante en el cuerpo, pues las sustancias que hagan que se generen terminan siendo tóxicas por el cuerpo. ¿Y qué activa este sistema? Fundamentalmente hay dos fuentes: las causas internas y las externas. Cuando es algo externo es fácil imaginar, te persiguen en la noche y sales corriendo despavoridamente. Allí un agente externo genera que el cuerpo dispare las alarmas y decidas huir cuanto más rápido se pueda. Pero no solo riesgo o amenazas externas ayudan a que arranque este sistema, también ocurre cuando hay amenazas internas, es decir, sentimientos negativos. Por ello, es fundamental mantener una mente positiva y no dejarse caer en el negativismo.

La otra cara de la moneda está conformada por el sistema de adaptabilidad. Es decir, que frente a una situación comenzamos a indagar, explorar, aprender y crear. Este sistema fortalece a la persona, pues las sustancias químicas a las cuales está asociada tienen efectos muy positivos en el cuerpo. Y pueden ser reforzadas con ejercicio y otro tipo de actividades que generan sustancias benéficas para el cuerpo.

El punto clave es que manejemos nuestros sentimientos para evitar que el sistema de supervivencia se active, y por el contrario, busquemos que el sistema de adaptación sea el que prime. Y para ello es básico que busquemos asumir la historia de nuestras vidas y no dejar que otros nos la escriban.