Luis F. Molina


Después del fallecimiento de Hugo Chávez el pasado martes en Caracas quedan más preguntas para el futuro que respuestas por un pasado tormentoso, difícil, criticado, pero singular en su esencia. Hugo Rafael Chávez Frías hizo lo que muy pocos intentaron y pudieron lograr en la historia contemporánea de Latinoamérica. Cambió el sistema de gobierno de su país, a su parecer, pero demostró que el poder podía ser popular, también a su parecer. No fue un santo. Cayó en el pernicioso vicio de poder que agobia a los mandatarios de la región.
Sin embargo, los días de Chávez quedaron sellados en el pasado y su revolución bolivariana ahora afronta el más duro de los retos: demostrar que puede sobrevivir sin su principal gestor. Se espera que en unos treinta días se realicen nuevas elecciones, luego de un letargo de más de dos meses de una posesión de Chávez fantaseada. El país fue conducido, entonces, por su más fiel escudero: Nicolás Maduro.
Ningún otro líder latinoamericano, después de Fidel Castro, había retado tanto el gobierno de Estados Unidos, tampoco había puesto el dedo en la llaga en la economía para reestructurarla a su antojo y había censurado y cerrado medios de comunicación porque contrastaban con el pensamiento del venezolano revolucionario.
La satanización de la oposición durante la era Chávez lo llevó a permanecer entre el bien y el mal en su país. Finalmente, las instituciones y las leyes terminaron cediendo y fallando a su favor. Pocos fueron sus reveses durante sus más de 12 años de gobierno.
Por ahora, la pregunta que nadie quiere responder es: ¿qué pasará con Venezuela? Es claro que nadie iguala a Chávez, ni siquiera Nicolás Maduro. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela no tiene el conocimiento social suficiente, mientras que Maduro puede dejar perder con el tiempo las palabras del comandante-presidente recién fallecido, por su inexperiencia.
La historia se encargará de juzgar si Chávez registró uno de los despilfarros económicos más grandes, luego de que se conozcan las cifras generadas por Petróleos de Venezuela (PDVSA) y que terminaron en un gobierno social de improvisación. Económicamente, la República Bolivariana de Venezuela no es un país sostenible si continúa con el sistema implantado por Chávez. Las probabilidades de una gran crisis financiera aumentan a diario, ahora que no hay quien maneje la economía a su antojo. Los niveles de inflación del país vecino están por las nubes y la canasta familiar no aplica para ser una canasta y tampoco de carácter familiar.
Socialmente, Venezuela está partida en dos. La oposición crecerá ampliamente ahora que puede tener un campo de desarrollo menos minado. Así mismo, las próximas elecciones tendrán una dosis máxima de drama y especulación. Quizás tiempos difíciles y complejos estén por venir para una nación que Chávez dejó en una gran burbuja.
Quien aplique para la próxima candidatura presidencial, tendrá que hacerlo por un gran amor de patria y consuelo, debido a que el trabajo político y económico es extremadamente espinoso. Esa persona tendrá que devolverle independencia al poder legislativo y judicial de Venezuela, que durante la administración Chávez perdieron una fracción amplia de autonomía.
También cabe preguntarse qué pasará con las alianzas latinoamericanas impulsadas por Hugo Chávez. ¿Quién se pondrá en el lugar de líder para seguir la senda independentista y socialista del desaparecido presidente de Venezuela? ¿Actuarán Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega con el mismo ímpetu ahora que no está su mayor defensor?
La revolución bolivariana o socialismo del siglo XXI están por demostrar si son sistemas sostenibles o simples planes de gobierno enfrascados en el nacionalismo y el caudillismo. Nadie juzgará a Chávez. Solamente los años dirán si Venezuela vivió de un sueño imposible de la modernidad, revivido por un político y militar descarriado o un singular idealista. El tiempo lo dirá todo.
El único legado que deja Chávez se pone hoy en juego y tela de juicio, cuando los venezolanos despiertan a una realidad sin líder, sin protector, sin discurso, sin Hugo Chávez Frías. QEPD.
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