Andrés Hurtado


Siento, y empiezo el relato de hoy en primera persona, veneración por los caminos y recórralos o no los recorra, les hago muchas fotografías. Sobra decir que de los caminos que he sudado en mi vida, muchos los he hecho. "Se hace camino al andar" decía bellamente Machado. En nuestras tierras paisas crecimos oyendo rancheras y tangos. Mi madre solía cantar, prácticamente nos arrullaba con "Caminito que el tiempo ha borrado", de Carlos Gardel. Y los relatos de mi padre, que en su juventud fue arriero antioqueño a mucha honra, relatos con los que nos entretenía por la noche luego del rezo del rosario, fueron llenando mi imaginación. Nada de raro tiene, pues, que yo haya escrito un librito titulado "Cartas del Camino" de cuya segunda edición hice en Bogotá hace una mes la presentación.
Y nada raro tampoco que otro librito mío se titule "Mis pies olorosos a caminos" y que los dos libros de lujo que he publicado con Villegas Editores se llamen, el primero "Colombia Secreta" ("Unseen Colombia" en su edición inglesa) y "Caminando Colombia" el segundo, ("Trekking Colombia" en la edición inglesa). En "Colombia Secreta" narro con fotos y textos una treintena de viajes por los caminos de la Colombia más desconocida. Debo decir, inmodestias pendejas aparte, (en Colombia "la modestia es el orgullo de los hipócritas" decía Alfonso López Michelsen) que con este libro gané en Nueva York en 2006 el premio como el mejor libro de viajes. En "Caminando Colombia", también con fotos y textos, expreso mis emociones al recorrer los caminos de Colombia. Con este libro acabo de ganar también en Nueva York como el mejor libro de fotos. Todo esto para decir que mi vida es el camino.
Este cuento viene a que estábamos recorriendo un camino muy hermoso ya llegando al centro del Parque de los Guácharos. Otro que fuera y otros muchos que hoy emplean mal la palabra demasiado, dirían que es un camino demasiado hermoso.
Hablábamos de bosques de robles altísimos. Su género es "Quercus" y su especie "homboldtii". Pero… Jesús Eugenio Henao, que fue jefe del Parque allá por 1979, no estaba convencido de que todos fueran "Quercus" ni mucho menos que todos fueran "humboldtii" y observando, observando y estudiando, estudiando, descubrió que había "otros" robles, todavía no clasificados, los robles negros o morados. El primer nombre para ellos fue "Trigonobalanus excelsa" y al comprobarse que son endémicos de esta región, se los rebautizó como "Colombobalanus excelsa". Como se ve el nombre del género hace alusión a Colombia.
En Venezuela existe otro Parque Nacional con el mismo nombre de Guácharos, en el Estado de Monagas. Llegamos ya caída la tarde a las instalaciones del Parque, construidas en un claro en medio de bosques de cordillera. Ya nos habíamos encontrado en el camino a Joaquín, el alegre y amable arriero que nos llevó los morrales; estaba de regreso. Al dejar el camino de troncos y salir al claro de las instalaciones, nos salieron a recibir los funcionarios del Parque, Ricardo Reyes, John Uni y Rosendo Paramero. Por lo que conozco de este nuestro país, creo que los funcionarios del gobierno que trabajan con más entusiasmo y las más de las veces en condiciones muy difíciles, son los funcionarios de los Parques Nacionales Naturales. No es la primera ni será la última vez que les rinda un tributo de agradecimiento y admiración. Cuando entramos, Yineth Anacona, que se nos había adelantado, nos tenía preparada la comida.
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