‘Profesor particular, maestro, guía, tutor, instructor, preceptor, mentor, director’; ‘preparador’ y ‘entrenador’, son algunas de las traducciones que nuestro lenguaje propone del término inglés ‘coach’. Sin mencionar ‘coche, carruaje, carroza, diligencia, vagón’. Hay mucho de donde escoger, pero la autora de una columna de los miércoles de LA PATRIA aparece en los créditos de la siguiente manera: "María Leonor Velásquez Arango, Coach ontológico" (23/5/2012). ¿Por qué no ‘ontological coach’, para que así tenga más ‘caché’ su título? O ‘más elegancia y distinción’, obviando ese galicismo, así pertenezca ya a nuestro léxico. Porque, según la tendencia pestífera actual, parece que ninguna de las palabras del castellano tiene tal ‘elegancia y distinción’. Hay que admitir, no obstante, que, por causa de los avances de la ciencia y la tecnología, y de su internacionalización, son muchísimas las voces que se han vuelto irremplazables, ya que así circulan por todo el mundo. Pero, como decimos, cada cosa en su lugar, quiero decir, que esos vocablos están muy bien en los lugares, textos y artículos correspondientes, pero no se justifican en donde no deben estar, mucho menos, si no se necesitan. Y no necesitamos el anglicismo ‘coach’. Menos todavía, si consideramos que muchos lectores de tan interesante e importante columna no lo entienden. Y ¿ontológico? Sabemos que la ‘ontología’ es "la ciencia que estudia el ser en general y sus atributos trascendentales"; y ‘ontológico’, lo "perteneciente o relativo a la ontología". Ahora bien, como se trata específicamente de la señora María Leonor y de su profesión, el calificativo adecuado sería el de ‘ontóloga’ ("persona que conoce o profesa la ontología"), no el de ‘ontológica’, por la susodicha definición. Me parece, no obstante, que le cuadraría mejor el título de ‘psicóloga’. Lo digo con ‘terronera’, porque estoy en predios ajenos, y quien en ellos se mete sale apaleado.
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El verbo ‘esperar’ es transitivo, razón por la cual sólo admite la preposición ‘a’ para su complemento directo o acusativo, cuando es necesario determinarlo, por ejemplo, "algunos judíos todavía esperan a su Mesías". En otras oraciones, por la misma razón, no la pide, verbigracia, "los colombianos esperan la decisión del juez en tan decisivo asunto". El comentarista deportivo de nuestro diario, Ricardo López, influenciado quizás por la construcción inglesa, "to wait for" (‘esperar, esperar a’), redactó de la siguiente guisa: "Buscan clasificación en la Copa, mientras esperan por Leonel"; "Mientras en el Once esperan por Leo, Eduardo Cruz y sus dirigidos alistan…" (23/5/2012). "…mientras esperan a Leonel"; "…en el Once esperan a Leo", señor. Lo inquietante de estas corruptelas de lenguaje es que se propagan con la rapidez y amplitud de los chismes, de las calumnias, de las voces disparatadas y de los acrónimos estúpidos (‘lechetón’, el último: "La lechetón se tomó Manizales", LA PATRIA, mayo de 2012), fenómeno que debería ser estudiado por quienes se dedican a observar las tendencias humanas, a sacar de ahí las conclusiones pertinentes y a ofrecer el remedio adecuado. ¡He dicho!
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La partícula ‘pro’ desempeña varios oficios en la oración: es sustantivo masculino (‘provecho’) en las expresiones ‘el pro y el contra’ (usada más en plural, ‘los pros y los contras’), ‘hombre de pro’ y ‘en pro de’; es preposición, con el significado de ‘en favor de’; y es también un prefijo, que expresa ‘sustitución´ (procónsul), ‘progreso’ (promover) y ‘ante’ o ‘delante’ (proclamar). El redactor de Al Correr de las Horas escribió: "El cobro de las estampillas prouniversidades y prohospital…" (LA PATRIA, 25/5/2012). En esta frase, ‘pro’ es preposición (como en latín), por lo que ‘tiene que’ estar separada de su respectivo complemento, así: "…pro universidades y pro hospital". Con cierta desconfianza consulté La Nueva Gramática de la Lengua Española, y, ¡preciso!, encontré lo que temía encontrar, esto: "Aunque considerada (la partícula ‘pro’) preposición por algunos gramáticos, está más cerca de los llamados PREFIJOS SEPARABLES (10.3.4b)" (Manual, 29.2.2b). Y añade: "Aunque en la escritura se registra la grafía unitaria (prorreelección) o con guión intermedio (pro-reelección) es más habitual la opción en la que ‘pro’ se separa gráficamente de la palabra sobre la que incide" (Ibídem). Según mi criterio, ‘prefijo separable’ es un contrasentido, porque, de acuerdo con su definición, si se puede separar, deja de ser prefijo. Sea de ello lo que fuere, el escritor culto, como siempre lo he dicho, sabrá tomar la decisión apropiada en esta coyuntura, y ponerla en práctica.
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El presbítero Luis Felipe Gómez Restrepo escribió: "Pasan por encima de la dignidad humana, instrumentan a las personas para convertirlas en mediadoras de sus deseos de amedrentar…" (LA PATRIA, 20/5/2012). "…instrumentalizan a las personas", padre, porque ‘instrumentar’ es "preparar las partituras de una composición musical para cada uno de los instrumentos que la ejecutan", y "disponer o preparar el instrumental", en medicina. ‘Instrumentalizar’, en cambio, es "utilizar algo o a alguien como instrumento para conseguir un fin", la acepción pertinente en su oración. O ¿quiso expresar que les proporcionan las herramientas amedrentadoras, fusiles, papas explosivas, cilindros bomba y minas detonantes, por ejemplo? Sólo él lo sabe.
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