Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Reír o llorar, he ahí el dilema, pero que conformismo tan teso el que se aprecia en algunos de nuestros coterráneos que cargan sus furias contra aquellos que se atreven a denunciar la pobreza gerencial, las malas administraciones, y el poco liderazgo de quienes orientan entidades representativas de la ciudad.
Leí en estas mismas páginas a un bloguero de nombre Germán Muñoz Chica haciendo el reclamo acerca de los proyectos prometidos que se quedan en el olvido, quizá porque no fueron más que calentura del gobernante de turno, o porque no hay gestión por parte de los dirigentes locales para impulsarlos.
Enumera obras como el Centro de Alto Rendimiento en el Bosque Popular el Prado, la renovación urbana de San José que está parada, el puente de la Autónoma, los arreglos en la Avenida Paralela, la culminación de la Avenida Sesquicentenario, el Aeropuerto Internacional, el puente en la salida del túnel de la 50, y otras más.
Luego propone la formación de una Junta Cívica, la creación de una página de internet, o la utilización de facebook para empezar a buscar soluciones y evitar otro cáncer, que es la pérdida de empresas, aludiendo que las últimas fueron el ISS y Banrepública, trasladadas a la ciudad de Pereira.
No es el tema que me compete, pero leyendo esas líneas sentí dolor de tierra, como tantas veces cuando hablando del Once Caldas y su despilfarro durante los últimos 8 años, soy blanco de las críticas de un sector de aficionados que acepta el caos, defiende la Junta, y acolita el desmadre financiero.
Insisto en que un campeón de América no puede estar en el grado de postración al que han conducido al Once Caldas, que con Ángel Guillermo Hoyos evidencia cosas muy valiosas, fundamentalmente en cuanto a preparación física, módulo táctico, aplicación y orden, motivación, y compromiso.
Un trabajo que muestra la mano del técnico y que ratifica que se perdió un semestre completo, y un título, por falta de timonel, aunque la verdad creo que es demasiado corta la nómina sin un solo delantero de peso que garantice eficacia y seguridad.
Pero hoy les voy a dar gusto a quienes se sienten tan molestos porque en esta columna ataque la floja o inoperante labor de la junta directiva del Once Caldas que lo tiene pidiendo limosna, y les voy a contar una historia real, que pasa con frecuencia y que rara vez se hace pública.
El lunes pasado mi esposa Lina debió viajar de Manizales a Bogotá en el vuelo de las 12:25 del día, que por mal tiempo no salió (¡plop!), por lo que los pasajeros fueron llevados a Pereira de donde saldrían a las 5 de la tarde.
Llegado el momento, llovía, y anunciaron que por un bache en la pista no podían despegar.  Pasadas las horas, a las 11 de la noche los hicieron abordar, y estando en el avión tras larga espera, después de las 12 de la noche les informaron que no partían porque por protocolo el piloto había superado las horas de vuelo.
Los pasajeros se negaron a la orden de bajarse, abrieron unas compuertas porque el ambiente estaba pesado y necesitaban aire, y llegaron la Policía, el CTI, la Fiscalía, y los iban a denunciar dizque por daño en propiedad ajena, lo que no se pudo porque nadie delató a las personas que lo hicieron.
Lo cierto es que a la 1:55 de la madrugada tras discusiones que por fortuna no pasaron a mayores, los llevaron a un hotel en el centro de Pereira, en donde pernoctaron hasta las 6 de la mañana siguiente cuando los despacharon a Bogotá.
Atropello de la empresa Avianca con Manizales, que es reiterativo, sin que haya una sola voz de protesta porque así somos, y calladitos simplemente nos resignamos a que fue la suerte que nos tocó.  En otra parte sobrarían las demandas por perjuicios.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com