Alvaro Segura


Terminaron los Juegos Deportivos Nacionales en su décima novena edición y para Caldas, que durante la pasada administración se jactó de una importante evolución y mejora en procesos de aprendizaje y práctica del deporte, lo cosechado hasta el viernes permite deducir un absoluto fracaso si nos atenemos a lo que fueron los resultados de hace cuatro años.
No pretendo con esto desconocer las dos medallas de oro, las cinco de plata y las ocho de bronce que gracias a sus capacidades y a la entrega habían alcanzado hasta entonces nuestros deportistas, o el esfuerzo que hicieron quienes a pesar de grandes sacrificios no lograron llegar al podio. Solo es que me resulta inconcebible una caída tan dramática en cuanto a desempeños físicos, cuando lo lógico es que en cada versión de una justa de este tipo se procure mejorar el desempeño inmediatamente anterior.
Miremos resultados para ver la realidad. En los Juegos Nacionales de 2008 Caldas ocupó el puesto 11 y alcanzó 6 medallas de oro, 8 de plata y 12 de bronce para un total de 26 preseas, contra 2 de oro, 5 de plata y 8 de bronce, es decir 15 medallas que suma esta vez y que lo ubican en la casilla 17, lugar que muy difícilmente se va a superar pues solo un milagro les permitiría a los pocos caldenses que quedaban en competencia alcanzar siquiera un oro, que es el que marca la diferencia para escalar en la tabla de medallería.
Lo anterior es un claro reflejo de la pobreza extrema a la que llegamos en esta versión de los juegos, pues no solo pasamos de la casilla 11 en 2008 a la 17 hoy, sino que tenemos 11 medallas menos que entonces, de las cuales bajamos en todas, 4 de oro, 3 de plata y 4 de bronce. Eso no tiene otro nombre que fracaso.
Que somos muy fuertes al autocalificarnos dicen algunos, pues hay que serlo, porque eso es lo que les permitió a departamentos similares al nuestro ser potencia y a otros haber dado un salto increíble en resultados. Miremos ejemplos: Risaralda, nuestro vecino que hace cuatro años atrás ocupó el puesto 10 con las mismas 6 medallas de oro de Caldas, 9 de plata y 26 de bronce, para un total de 41 preseas, es hoy flamante revelación de estos Juegos al llegar a 63 medallas distribuidas en 11 de oro, 23 de plata y 29 de bronce.
Qué tal Quindío, que en el 2008 alcanzó 16 medallas, distribuidas en 1 de oro, 4 de plata y 11 de bronce, que lo ubicaron en la casilla 17, bajó esta vez a 14 medallas en total, 2 menos que entonces, pero obtuvo 4 oros, una plata y 4 bronces, suficientes para ubicarse en el puesto 14 por encima de Caldas, siendo un departamento de menor población, por ende menos deportistas, y con un presupuesto muy reducido si se compara con el nuestro.
Comparémonos por lo alto, por ejemplo con Antioquia, que es el dominador absoluto de estos juegos con cerca de 130 medallas de oro, que serán más pues faltaba la jornada del sábado donde tenía metidos muchos de los suyos disputando preseas doradas. Si los paisas con una población cercana a los 6 millones 221 mil habitantes sumaban 130 oros, nosotros, Caldas, con 982 mil habitantes y un rendimiento similar al de los antioqueños deberíamos alcanzar unas 20 medallas de oro en promedio, según los resultados de una regla de tres simple. Pero ni la mitad, ni 10 de esas 20 obtuvimos. ¿Conclusión? Fracaso total.
Y fracaso porque logramos clasificar a muy pocos deportistas a juegos nacionales, además de que las muchas buenas promesas de medallas que teníamos se fueron a competir por otros departamentos a los que les aportaron valiosas preseas gracias a que les prometieron lo que aquí dizque no se les podía dar. ¿Por qué no clasificaron? No Hubo dinero para pagarles a los técnicos y tampoco para salir a fogueos y competencias, que son las que dan la talla.
Contrastan estos pobrísimos resultados deportivos con la triste noticia de que los menores de edad de Caldas son en el país los que más temprano se inician en el consumo de sustancias adictivas como el alcohol y las drogas alucinógenas, pues desde los 11 años en promedio comienzan a "meter" y a "chupar" como dicen ellos, sin contar los que de igual manera se inician muy temprano en las relaciones sexuales y son padres sin poder disfrutar siquiera su adolescencia. Qué pesar.
¿Será necesario buscar responsables de estos dramáticos fracasos? ¿Terminaremos cometiendo injusticias si damos nombres de funcionarios o administraciones que equivocaron los presupuestos o los desviaron con fines personales, cuando nuestros deportistas formados o los que apenas quieren meterse en una práctica deportiva esperaban una mínima ayuda para convertirse en las promesas del futuro y no en los consumidores y drogadictos que son hoy?
Aquí nos falta mucho por hacer, empezando por los políticos, por las administraciones, por la dirigencia privada, por los empresarios, por los periodistas y medios de comunicación, y por los padres de familia. Ojalá mañana no sea tarde y tengamos que lamentarnos porque por falta de exigencia y por escoger a los que piensan en sus intereses por encima de los de las comunidades llevan a nuestro pueblo a pelear los primeros puestos de deshonra. No olvidemos que un buen deportista es producto de una buena educación. Eso está inventado hace mucho tiempo. Que Dios nos asista.
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