Jorge Enrique Pava


Excelente la intervención de esta semana del senador Luis Emilio Sierra en la comisión quinta del Senado. Oír, por fin, a alguno de nuestros senadores sentar una voz de protesta por los atropellos que constantemente comete EPM en nuestra contra, es alentador y representa una señal de esperanza en esta lucha minoritaria que hemos emprendido algunos ciudadanos. Hemos tratado de soliviar las cadenas colonizadoras de Antioquia que cada vez nos aprietan más; hemos entregado cifras, denunciado hechos, señalado actuaciones y develado negociados, ante el silencio cómplice de unas fuerzas vivas que más parecen amodorradas y narcotizadas por el sopor nauseabundo del dinero. En este espacio nos hemos manifestado abiertamente sobre el particular. Hemos rechazado la forma como nuestros dirigentes regalaron la Chec, entregaron la Miel I, cedieron a ISA y han venido inclinando su cerviz ante las ambiciones de nuestros vecinos, con el aparente objetivo de arrebatarles a sus enemigos el poder de inmensas empresas, cuando en el fondo han mediado astronómicas cifras que hoy reposan en bolsillos de particulares. Es decir, aduciendo que hay que vender las empresas para acabar con la corrupción, nos han despojado de todo ante nuestros ojos impotentes, en actos más corruptos que aquellos que dicen querer combatir.
Denunció Luis Emilio la forma en que estos dirigentes manizaleños y caldenses entregaron la Chec en una situación económica aparentemente desastrosa, para que al día siguiente, ya en otras manos, fuera una real joya de inmenso valor. En eso también estamos totalmente de acuerdo; como en aquello de que las cosas no se pueden quedar ahí.
La verdad, en estas oscuras negociaciones hay demasiadas cosas que los ciudadanos tenemos derecho a saber. Como, por ejemplo, a título de qué se hicieron convenios casi secretos de última hora, en una clandestinidad asombrosa, para concluir con la entrega del poder y la posesión de la Chec. O, por qué, para la negociación infantil, perniciosa y sospechosa de esta empresa, se tienen unos parámetros económicos que la ponen a valer míseros centavos, y al otro día resulta ser una empresa billonaria. O, en el caso de Miel I, se negocia por un pequeño porcentaje de su valor real y hoy es una empresa productiva, viable y rentable.
Es increíble pero, ante esta realidad, quisiera uno pensar que hubo negocios oscuros de por medio y que predominó la viveza de algunos personajes que se aprovecharon de su poder para hacer viles negociaciones; pues esto algún remedio tiene y pueden existir medios para cobrar justicia. Porque, de lo contrario, estaríamos ante la presencia de seres incapaces, estúpidos e irresponsables que han feriado nuestras empresas con total estulticia. Y, lo peligroso, es que son personajes que siguen teniendo injerencia en nuestra vida económica, política y social, y siguen ostentando un poder que utilizan soterradamente y con una mecánica aplastante para sacar del camino a sus émulos y opositores.
Coincidimos entonces con el senador Luis Emilio Sierra: estas negociaciones aberrantes no pueden seguir siendo un misterio. Existen pruebas documentales y testimoniales que nos permitirían conocer la realidad de todo este entuerto, así rodaran cabezas de poderosos que se han sabido rodear de un halo de pureza, salvaguardado en instituciones cívicas y gremiales que ocultan sus secretos con recelo y complicidad. Estamos en mora de hacerles seguimientos minuciosos a estas negociaciones y poner en conocimiento del público quiénes son los responsables, cómo actuaron, de qué se lucraron, cuáles fueron los montos de los perjuicios y hasta dónde han llegado sus tentáculos. Esta sería una forma de empezar a reaccionar y a salir de este letargo en el que nos encontramos. Esta sería la mejor forma de protegernos para que en el futuro no sigamos cayendo en las manos ineptas, inescrupulosas o perversas de algunos líderes que, por más aberraciones que cometan, siguen gozando de inmunidad y rodeados de impunidad.
Buena esa, Luis Emilio. Abordar temas de esta naturaleza tiene unos costos altísimos, pues se pisan callos de personajes muy poderosos que han encontrado a sus mayores cómplices en la misma sociedad que perjudican, y en los mismos censores que posan de inmaculados. Hay que seguir en esta lucha por develar a los verdaderos culpables del desánimo que se ha apoderado de nuestra sociedad, y del que suelen lucrarse algunos prohombres que no pasan de ser unos sepulcros blanqueados. Hay que seguir en esta lucha por mostrarle en blanco y negro a la sociedad en general, quiénes son esos seres que acabaron con nuestras riquezas y que hoy siguen dominando lo poco que nos queda como si fuera de su propiedad. Y hay que pedir castigos ejemplares y condenas rápidas. Solo así podremos recuperar el optimismo de la gente y podremos legarle a las próximas generaciones una sociedad con principios reales; y podremos arrebatarle el poder a esos personajes que solo han servido para desvalijar nuestro patrimonio, y que posan con descaro de salvadores y protectores. Repito: ¡buena esa, Luis Emilio!
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