Óscar Dominguez


Ví a Jorge Luis Borges cuya esposa, María Kodama, nos visita. Juro por Cristo, o ante notario, que lo tuve cerca cuando visitó Bogotá. Quise abrazarlo, darle besos, como se estila entre argentinos. Regalarle, o mejor, prestarle uno de mis ojos. O los dos. Leerle alguno de sus autores preferidos: Stevenson, Shaw, Chesterton, Spinoza, cuyo Dios admiraba.
Años después de su muerte, confieso que me habría gustado regalarle un bastón nuevo con conexión a Internet. Claro que en ese momento no existía ese ciberjuguete que él anticipó, dicen, con su imaginaria biblioteca.
Tentado estuve de hacer las veces de guía turístico en el viejo Barrio de La Candelaria. No encontré los verbos, sustantivos y adjetivos exactos. Los encontró el recordado director del Caro y Cuervo, Ignacio Chávez, su anfitrión.
Ganoso estuve de meterle la mano al bolsillo para robarle una futura metáfora o "El poema de los dones", O alguno de los tantos cuentos que mi cacumen nunca logró descifrar.
Memorioso Funes al revés, olvidé invitarlo a matear, así en casa no le jalemos a ese democrático brebaje que invita a compartir babas.
Lo seguí a ver si se me contagiaba por ósmosis una pizca de su talento para escribir: esperanza inútil.
Me habría gustado preguntarle por Beppo, su gato, que "vivía en la eternidad del instante". Le habría contado: "Ví muchos congéneres de Beppo en el cementerio de la Chacarita. ¿Por qué les gustan tanto los cementerios a los gatos, Don Jorge?".
Encantado le habría dicho que caminé por su barrio de Palermo. Y para ganarlo para mi causa le recordaría que crecí donde murió Gardel, en el barrio Manrique, en Medellín.
Le habría celebrado la ironía que soltó antes de que su avión aterrizara en Medellín, invitado por el alcalde Jorge Valencia y Beatriz Cuberos, su mujer-librera: "Si muero en este avión seré famoso como Gardel".
Le habría recordado que Ciorán lo llamó "el último delicado". No estoy seguro, pero también le habría dicho a ver si le arrancaba una cierta sonrisa: "Borges, usted parece rezao. O inventado. Mejor dicho: usted no existe, Borges, ¿verdad que no?".
A lo mejor hubiera mandado la timidez pal carajo y le habría preguntado por qué nunca nos dio coba a los criollos (colombianos) hablándonos bellezas de García Márquez. Si hasta parece que dijo por ahí que de los Cien años de soledad solo leyó los primeros veinte.
Ahora me arrepiento de no haberle pedido autógrafos: el suyo, el de Azevedo Bandeiras y el de Avelino Arredondo, compadritos de algunas de sus ficciones.
En próxima encarnación le indagaré sobre su amor por los tigres y los espejos. No le preguntaré: "Si usted era ateo, Borges, ¿por qué rezaba?". La pregunta ya se la hizo Fernando Arrabal. Borges respondió: "Rezo porque se lo prometí a mamá", doña Leonor. Con ella traducía al alimón, aunque la madre matizaba las palabrotas.
Solo ahora lamento no haber tenido la voz de Edmundo Rivero que tanto le gustaba. Eso sí, ni se me ocurrió preguntarle por qué no le otorgaron el Nobel. He debido rematar, de puro lambón: "Peor para el Nobel que no se ganó un Borges, Don Jorge Luis".
Cuando lo conocí a Borges, como dicen los argentinos, envidié a su mujer, doña María Kodama, delgada como un haikú. Y me acordé de Elsa Astete, primera dama del extraño ajedrez erótico de su vida. Y así me hubiera fulminado con su mirada huérfana de luz, le habría preguntado: "Borges, ¿usted nunca amó, cierto? Aparte de a Doña María, claro".
No sé por qué no le pregunté qué nivel de ajedrez tenía para haber compuesto los complejos sonetos que nos legó.
En fin, me arrepiento de no haberle dicho, lo que una señora cuando vio a Groucho Marx en State Street, en Chicago: "Por favor, no se muera. Siga viviendo siempre". Que es lo que finalmente está ocurriendo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015