Bernardo Mejía


…Frito se come. Todos los colombianos sabemos que el presidente Santos se va a lanzar a la reelección, así no lo diga oficialmente. Por lo pronto, ya abrió nuevamente las puertas de la Fundación Buen Gobierno y se llevó a sus más fieles escuderos para que la manejen, aunque no todos son tan fieles, uno de ellos es el ministro Vargas Lleras, que está recorriendo el mismo camino que recorrió el doctor Santos hace cuatro años, cuando se mostraba totalmente uribista y hoy vemos cómo es la relación Santos-Uribe.
Dentro de su campaña sigue adelante con el programa de las viviendas regaladas, programa con el que, sin lugar a dudas, genera una dinámica en la economía tanto para el comercio, como para la generación de empleo. Sin embargo, se debe tener mucho cuidado en la entrega de los apartamentos. Los beneficiarios, por ser los más pobres de los pobres, tienen muy poca cultura de convivencia comunitaria y de pago de servicios públicos y otros tributos.
Los constructores tienen muy claro que construir apartamentos es muy fácil, pero venderlos es lo complicado. Problema que para los 100 mil apartamentos a regalar ya está solucionado. Para el gobierno nacional -según dice- la prioridad para la adjudicación de estos es para los desplazados, para los afectados por los desastres naturales y para las personas de escasos recursos.
La base de datos de los beneficiarios es muy amplia y no se tendrán problemas para la entrega de los apartamentos, pues todos serán ocupados -a caballo regalado no se les mira el diente-. Para la construcción y la entrega de los apartamentos el ministro Vargas Lleras recorrió el país permanentemente en una verdadera maratón. En un mismo día podía estar por ejemplo, en Pasto en las horas de la mañana, al medio día en Barranquilla y al caer la tarde en Cúcuta. Hasta su gran susto se llevó cuando trataba de salir de Sandoná, Nariño, cuando falló el helicóptero en el que se transportaba. También los apartamentos han servido para que el presidente pasara la noche en uno de ellos y al otro día saliera retratado en pijama, con un alto despliegue en todos los periódicos del país.
Es muy importante tener en cuenta el manejo social de los beneficiarios. En Manizales, por ejemplo, se van a construir en los próximos días en el sector de San Sebastián 800 apartamentos, en un sitio donde no hace pocos días se construyeron 180 apartamentos, por lo que en un tiempo relativamente corto se tendrán viviendo allí 1.000 familias manizaleñas. Familias que no están acostumbradas a vivir en apartamentos, que tienen una baja formación académica, con muchas limitaciones económicas y con probabilidades de tener como único sustento económico el desarrollo de "actividades" no muy claras. Ya el sector ha mostrado en algunas oportunidades complejidades por el mal comportamiento de sus pobladores.
Otro punto para analizar es la colindancia entre unas familias que están pagando su vivienda fruto de un crédito hipotecario con otras que van a vivir en apartamentos similares, y que no tienen que pagar ninguna obligación por este concepto. El sentimiento de la envidia, es uno de los pecados capitales más difíciles de manejar, y eso es lo que puede pasar en San Sebastián, propiciando con esto la cultura del no pago.
Una cosa es que uno o dos propietarios en un barrio decidan no pagar su cuota hipotecaria mensual, pero otra cosa es que se junten 20 o 30 familias. En este evento el manejo del problema se puede complicar y si no se toman medidas de control, esta práctica se puede propagar entre deudores de otros sectores y estratos, convirtiéndose esto en una verdadera bomba de tiempo.
Como es una realidad la construcción y la entrega de los apartamentos, es urgente que se haga una amplia pedagogía a los beneficiarios. Se les debe educar sobre cómo se debe vivir en comunidad en edificios y mentalizarlos sobre los pagos que tienen que hacer tanto con los créditos obtenidos, como de los servicios públicos e impuestos.
Finalmente, hay que tener en cuenta que para muchas familias lo más prioritario no es disponer de vivienda propia, sino tener un empleo seguro y estable que les garantice su supervivencia y en eso es en lo que deben estar muy atentos y vigilantes la sociedad civil, el gobierno local y nacional y así evitar que ese sector se convierta con el paso del tiempo en un sector como lo que se escucha sucede en algunas comunas de la ciudad de Medellín.
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