Alejandro Samper


Una vez más sale publicado el índice Planeta Feliz 2012 elaborado por la Fundación Nueva Economía (NEF, en inglés), y una vez más sale que Colombia está entre los países más felices del mundo. Este año estamos en el puesto tres, de 151 países medidos.
Dicen los británicos de la NEF que este índice "revela los países que son más eficaces en propiciar vidas largas y felices a sus habitantes y a la vez en mantener las condiciones para que las generaciones futuras tengan lo mismo". Con el respeto que se merecen los miembros de esta organización sin ánimo de lucro, creo que están delirando. Metieron éxtasis a la hora de evaluar el bienestar experimentado, esperanza de vida y huella ecológica de Colombia; tres de los aspectos que evalúan a la hora de medir la felicidad de un país.
Colombia puede estar gozando de buena popularidad y mercadeo de imagen positiva en este momento en todo el mundo, pero nuestra realidad no es "feliz". No más la semana pasada un hombre de 58 años murió esperando atención médica dentro de una EPS. Un caso que se suma al de una mujer que también murió en la sala de espera de una IPS en Cúcuta en mayo de este año. Las imágenes de ambos casos son impactantes: el hombre que se desploma y la mujer que muere en el piso y pasan y pasan los minutos sin que nadie se fije en ella. Muertes muy dignas para un país que según la NEF propicia vidas largas y felices a sus habitantes, cuando aquí a los únicos que parecen atender con diligencia en una clínica por estos días son a los prostáticos del vicepresidente Angelino Garzón y al presidente Juan Manuel Santos.
Si en Colombia no hay condiciones para esta generación, mucho menos las hay para las futuras generaciones. Ahí tenemos a la rama judicial colapsada porque hace 19 años no les nivelan los salarios. Un error de gobiernos pasados que las generaciones presentes y las futuras pagaremos. Solamente son 700 mil millones de pesos los que habría que invertir, según el Estado. Según el presidente de la Asociación Nacional de Fiscales, William Pacheco, el costo del proceso de nivelación de más de 40 mil empleados de la rama judicial asciende a un billón y medio de pesos. Cifras que tienen tantos ceros a la derecha que no caben en una calculadora, y tan enormes que hasta suenan ridículas.
Vivimos en un país sin infraestructura, sin transparencia política y con 18 millones de pobres según reportó el DANE a comienzos de este año. Con fletes costosísimos, con un sistema de salud en crisis desde hace más de un lustro y con un sistema de educación deficiente. Con ministerios arrodillados a las multinacionales y los monopolios, con dirigentes que usan su poder para intereses particulares y donde 12 de 13 expresidentes del senado fueron investigados por nexos con el narcoparamilitarismo. Donde las instituciones de seguridad se encargaron de espiar de manera ilegal a los ciudadanos. Donde la minería ilegal está acabando con ecosistemas enteros. Un país inmerso en un conflicto de más de 50 años, y con empresas criminales inteligentes; su portafolio de negocios ilegales va desde el narcotráfico hasta la minería ilegal... pero en Colombia somos felices.
La NFE, sin embargo, se muestra preocupada porque según ellos "los resultados de este año confirman que todavía no estamos en un planeta feliz". Al parecer no hay ningún país verde intenso que representaría un resultado positivo en su semáforo de felicidad. Apenas un verde claro para Costa Rica, el más feliz de todos.
Ni siquiera Noruega, donde se realizaron los primeros diálogos de paz del gobierno Santos con las Farc es tan feliz. Ellos, que están entre los 20 países más pacíficos del mundo (según el Indice de Paz del Institute for Economics and Peace), y 5 en menor criminalidad mundial, ocupan el puesto 29. Los gringos, que venden su estilo de vida en todo el planeta, están de 105. Pobres infelices, habrá que mandarles al senador Roy Barreras para que los haga reír un poco.
Dicen que "es de héroes sonreír cuando el corazón llora". Pero según un artículo de Camilo Herrera, presidente de Raddar, para el Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 99, 2008: "Al parecer los colombianos nos hemos fijado escenarios de "metas felices fáciles de lograr", es decir, que hemos reducido nuestras expectativas ante la limitación de oportunidades en nuestra sociedad; esto se ve claro en el mercado laboral, donde el colombiano ante los pocos puestos de trabajo, aceptan lo que toque hacer y en las condiciones que toque hacerlo. (...) También cabe considerar que la población promedio en Colombia no sabe qué es la paz, y en muchos de los casos la felicidad radica en llegar vivo a casa".
Siendo así, la gente de la NEF confunde el conformismo con la felicidad, y el vivir bien con el sobrevivir.
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