Héctor Palau
LA PATRIA | Bogotá

El tiempo corre, y así rápido, se nos acerca la fecha de los Juegos Nacionales, nuestra olimpiada Nacional, el comienzo del ciclo olímpico, el encuentro de nuestra juventud deportiva, la fiesta del deporte nacional.
Una disputa regional en la que Valle del Cauca, Antioquia y Bogotá buscan los máximos honores, pero en la que otros de la segunda línea, con todo respeto, buscan refrendar las posiciones siguientes de la tabla y me refiero a Boyacá, Santander, Cundinamarca, las Fuerzas Armadas, Bolívar, ellos llegan a eso, lo saben y así será. Cada quien sabe lo que tiene para defender o aspirar.
Estos Juegos Nacionales, que se disputarán entre el 3 y el 17 de noviembre, arrancaron mal desde el momento mismo en que se entregaron o mejor se repartieron las sedes y subsedes. Lo disperso del evento, de entrada, incomodó a todo el mundo hace ya casi cuatro años cuando se reunieron los “jerarcas del deporte” y con más sentido amiguero y político otorgaron sin consideraciones técnicas unas sedes que se han visto con grandes dificultades para poderle cumplir al país.
No hay duda que estos no serán los mejores juegos de la historia, pero sí pasarán a la historia por las mayores dificultades para todo el mundo, por lo costosos, poco integrados entre otras situaciones negativas.
Pero por ahora ya como no hay nada que hacer, olvidémonos del tema y metamos en la idea  de que los Juegos tenemos que vivirlos como están hechos con más de 10 ciudades o municipios, con cinco departamentos comprometidos y alejados de la famosa, trillada pero nunca cumplida premisa de crear polos de desarrollo deportivo para el país, ese criterio murió con sedes como San Andrés donde se hicieron los Juegos con ese criterio y hoy con la Isla en materia deportiva nada de nada. Con las sedes actuales menos.
Metámonos  ya todos en la idea en nuestra fiesta, impulsemos cada uno en nuestras regiones el espíritu deportivo, el entusiasmo por esta  fiesta, mirémoslos con el compromiso y seriedad de que  de allí sale nuestra primera gran selección del deporte nacional que luego se irá decantando hasta llegar a los olímpicos de Río de Janeiro.
Miremos estos Juegos de Córdoba, Norte, Cauca, Valle y  Cundinamarca, (Popayán, Timbío, Santander de Quilichao, Cali, Bogotá, Cúcuta, Ocaña, Pamplona, Villa del Rosario, Montería, Cereté, San antero y Lorica) como la fiesta  de la juventud deportiva del país y unámonos todos para sacarlos adelante, con la ilusión de que la próxima sede no será tan politizada, que será entregada con un mayor criterio técnico deportivo y ante todo con las seriedad que merece nuestro encopetado deporte.