Alejandro Samper


Salí de mi casa la semana pasada y de la noche a la mañana me encontré con que habían colgado pendones en cuanto poste hay en la ciudad. Pensé que era un happening o una intervención urbana para publicitar el Festival de Teatro. Pero la contaminación visual pertenece a otro circo.
Mi segunda impresión fue que la comunidad LGBTI hacía una campaña en pro de los matrimonios de parejas del mismo sexo en adultos mayores. En el pendón hay dos viejitos abrazados -muy tiernos y contentos los dos- y los brazos que tienen libres los alzan en señal de victoria. "¡Un triunfo para el amor!", pensé mientras veía que el arco iris que acompañaba la publicidad tenía los colores chuecos; no era el tradicional de la comunidad gay. Luego noté que era un pendón de Julián Gutiérrez, candidato a la Gobernación de Caldas.
"¡Qué maricada!", dije en voz alta. Creí que por el poco tiempo que tienen para hacer campaña gastarían el dinero que les dan en cosas más útiles, como dar a conocer sus proyectos por ejemplo. Pero los publicistas tienen que comer. Y los que sacan tajada de la política, también. Es el negocio del serrucho, en este caso, del sierrismo.
Detallé el aviso. Julián abrazado con Guido Echeverri, el exgobernador al que sacaron del puesto porque estaba inhabilitado para ocuparlo. Pero, ¿acaso Guido no pertenecía a la otra coalición, a la del yepobarquismo? Entonces entendí la ironía del creativo de la campaña: quiere jugar con el ‘voltiarepismo’, con el concepto de promiscuidad. "¡Ah, es una campaña excretable!", y recordé al senador Roberto Gerlein.
Mientras iba al trabajo vi uno y otro y otro y otro pendón de Gutiérrez... Y cité al Procurador Alejandro Ordóñez Maldonado: "Nos lo están metiendo con vaselina".
Pero no fue el único aviso que vi. El del candidato yepobarquista, Augusto León Restrepo me pareció simpático. Vistieron a este señor -que ya era viejo cuando eligieron a Luz Marina Zuluaga como Miss Universo- con camisa blanca abierta y blazer negro para hacerlo ver más joven, pero ni el Photoshop le ayudó. Debería pedirle consejos sobre momificación a su contemporánea, Amparo Grisales.
Sin embargo su mirada y esa sonrisa de medio lado se me hizo familiar. ¡Claro! Sin las gafas es igualito a Gru, el personaje de Mi villano favorito. Augrusto León. Y al igual que el de la película tiene unos esbirros medio pendejos que se llaman minions. Aquí los llaman César Montoya Ocampo y Carlos Arboleda. Pero no son solo dos minions, se necesitan muchos para poner a funcionar la maquinaria del mal. El pasado miércoles hacían cola por un almuerzo en un restaurante donde antes quedaba La Teresita.
Augrusto León puede que sea senil, pero no es malo. Al igual que Gru, el malo es quien está detrás de él. Un villano tan perverso que fue capaz de robarse una de las pirámides de Egipto y reemplazarla por una infalible. Nuestro villano local es capaz de robarse una licorera y remover a personajes competentes de sus cargos, para sustituirlos por unos figurines de pacotilla.
Me preocupa de este candidato que, de salir elegido, no termine su mandato. No por alguna sanción, sino por causas naturales. Pero me preocupa aún más que el exsenador Ómar Yepes haya sido quien lo postuló. Lo hizo con Guido y, sabiendo que su inhabilidad era muy factible, firmaron un documento en el que en caso de destitución su directorio sería el encargado de elegir al Gobernador interino. Ahí está el minion Juan Martín Hoyos. Con este antecedente no sería raro que a Augrusto lo haya puesto a firmar algo similar. O un seguro de vida a nombre de algún minion. Yo le recomiendo a la esposa del exsenador que se fije bien si alguna vez la puso a firmar capitulaciones.
Finalmente está la campaña del candidato independiente, de Eugenio Marulanda. Quieren un tipo transparente en la Gobernación, ¡ahí lo tienen! Es tan transparente que ni siquiera se ve en sus vallas.
Inicialmente no vi ningún pendón de él, "seguramente está motivando a su electorado en Bogotá, que es donde lo conocen". Luego vi uno y me llamaron la atención las letras en unos cajones de diferentes colores y un tipo de melena alborotada, pinta de profesor y que usa camisa blanca sobre fondo blanco. Creí que se trataba de un nuevo jardín infantil, Geniecitos de Marulanda, donde los niños entrarían en contacto con ovejas y harían manualidades con lana. Para estimular su capacidad motora los pasearían por trochas similares a las que hay que atravesar para llegar a ese municipio.
ASI Marulanda se muestre confiado y que, seguramente, no sería un tipo que se pondría la Gobernación de ruana, la tiene muy de pa’ arriba para derrotar la maquinaria yepista y la mermelada sierrista. Sus contrincantes lo saben y por eso no les interesa mucho el debate y prefieren el agite de trapos en las plazas de los pueblos. Moviendo esta ‘burrocracia’, porque no hay otra forma de definirla.
Mientras Augrusto habla de elefantes blancos en Risaralda (seguramente estaba pensando en los mamuts de su época y que estaba en la Risaralda del Gran Caldas, y no en el municipio del oriente del departamento), y Gutiérrez sigue mezclándose, relacionándose, abrazándose, revolcándose... mejor dicho, siguiendo el ejemplo de la promiscuidad que promueven sus impulsadores, Marulanda se la debe jugar por el voto crítico y de opinión.
Seguramente no gane, pero -si es serio- podría gestar un movimiento de oposición al poder tradicional. Nos podríamos ilusionar en un futuro sin Yepes, Sierra, Gaviria, Lizcanito o Franco. O al menos con un Gobernador que termine su mandato.
Mientras tanto ahí están los pendones de estos candidatos, que a la final no dicen nada y afean la ciudad. Y a Augrusto es mejor no agitarlo mucho, se lo recomienda el geriatra.
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