Andrés Felipe Betancourth


Cerca de dos meses de anormalidad académica vivió la Universidad de Caldas, tiempo en el que coincidieron otras tantas manifestaciones en universidades locales como la Nacional -Sede Manizales- y en otras universidades públicas e incluso algunas privadas de otros lugares del país. Sin duda merece resaltar la vehemencia de los estamentos profesoral y estudiantil y el justo reclamo por un sistema de educación superior que incluya a la mayoría, que cumpla sus tres propósitos misionales con calidad y que contribuya con la transformación social y productiva de un país que lo demanda, siendo la formación y la innovación los motores quizá más poderosos para movilizar esas transformaciones. Las locomotoras quizá puedan mover el progreso, pero la formación de seres humanos es la que puede mover las transformaciones. Y esto último lo necesita nuestro país, más que al deseable progreso.
No admite discusión el hecho que todos los sectores: público, privado y sociedad civil deben comprometerse en mayor medida con el fortalecimiento del servicio educativo en todos sus niveles, para que más colombianos lo gocen como derecho. Y de manera particular, debe haber mayores contribuciones -materiales e inmateriales- para que la Educación Superior contribuya de manera efectiva al "Salto Social" que aspiraba uno de nuestros expresidentes, y deje de ser un instrumento que perpetúa las asimetrías de nuestra sociedad.
Pero desde los estamentos universitarios debe haber corresponsabilidad, no solo reclamos. Cierta hipocresía se esconde detrás de algunos docentes universitarios, algunos de ellos de los más altos niveles en el escalafón, quienes teniendo vinculación de tiempo completo, pagada por la Universidad para hacer docencia, investigación o proyección, dedican buena parte de sus esfuerzos, conocimientos y hasta recursos universitarios al beneficio de sus proyectos particulares o de terceros. Aclaro, solo algunos. Y claro que son legítimos los emprendimientos particulares o la venta de sus servicios, pero es inconsistente con la protesta el hecho que algunos docentes de los más altos niveles de formación atiendan en breves encuentros a reducidos grupos de estudiantes, cuando un grueso de docentes ocasionales, de menor trayectoria y formación, atienden grupos de más de 60 estudiantes. Hacen falta reformas curriculares, institucionales y políticas, pero también hace falta que algunos estén dispuestos a desplazarse de su posición de comodidad, en lugar de defenderla detrás de los discursos que demandan calidad en el sistema. Reitero, solo algunos.
También debe haber corresponsabilidad desde el estamento estudiantil, porque restringir las libertades de otros no puede ser la única vía, o al menos debería revisarse su efectividad y sus costos, después de tantos años de aplicarse como medida. Son varias décadas las que han visto a los estudiantes manifestarse con paros y bloqueos, incluso algunos de ellos con piedras y explosivos, y en contraste, el sistema no muestra mejoras sustanciales. ¿No debería reflexionar el estamento sobre la efectividad de sus actos? Muchos suscribiríamos y hasta apoyaríamos las medidas de hecho si en lugar de cerrar las puertas de las universidades, obligaran a que las bibliotecas estuvieran abiertas 24 horas, por ejemplo. Hay también cierta incoherencia cuando el reclamo para que más colombianos accedan al sistema educativo se acompaña de un bloqueo a sus instalaciones. También hay inconsistencia en la apatía de la mayoría, que explica la carencia de liderazgos, o al menos la escasa renovación de los mismos. En estos casos, también algunos…
Como en muchas otras acepciones, a la universidad nos referimos comúnmente como Alma máter, aludiendo a la locución latina que significa "Madre nutricia". Esta fuente de alimento para la sociedad ha de serlo en términos de su provisión de conocimientos, de soluciones reales a las problemáticas del entorno, de formación de ciudadanos críticos, de innovaciones para enfrentar los retos y los cambios, de información para quienes toman decisiones. No puede la sociedad alejarse de los problemas estructurales de la Alma máter, pero tampoco pueden algunos pretender alimentarse de ella más allá de la saciedad, u otros tantos impedir que el resto de la sociedad accedamos a ella. Insisto, solo algunos.
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