Como cada año desde 1994, en el mes de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, que además de exaltar el valor del agua como recurso, tiene una alusión particular para cada año, en virtud de la temática que estratégicamente posiciona la celebración en el entorno político global. Para 2013 la celebración girará alrededor de la Cooperación en la Esfera del Agua, pero además corresponde con la declaración del 2013 como el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua.

No es arbitraria ni superficial una alusión al tema de la cooperación, pues hay bastante evidencia acerca de los problemas del agua en el mundo, que antes de la escasez, pasan por la gobernanza, las políticas y las condiciones de pobreza que dificultan el acceso al recurso. No pretendo negar la contundencia del deterioro ambiental que ha afectado la calidad del agua y que ha modificado las dinámicas de distribución y cantidad del agua dulce con la que contamos, pero sin duda muchas soluciones a esos problemas se encuentran en la cooperación y en la acción colectiva.

La crisis que vivió Manizales a finales de 2011 es prueba de lo anterior. Más allá del proceso natural de la erosión de nuestras laderas, hay una incidencia clara de decisiones y acciones de particulares, y las responsabilidades institucionales son materia de investigación. Pero al mismo tiempo, si el problema de la interrupción del flujo por las tuberías no desencadenó en mayores problemas de salubridad, fue porque justo la cooperación de ciudadanos, empresas e instituciones, incluso de los municipios vecinos, fue clave para que los manizaleños cubriéramos nuestras necesidades vitales de acceso al agua. Además, nunca faltó el agua como recurso natural, lo que falló fue el abastecimiento de agua como servicio público. Y ahí también hay escenarios para que la cooperación ayude a encontrar caminos de eficiencia y optimización.

En síntesis, los problemas del agua en Colombia y en Caldas no se remiten en exclusiva a la alteración del equilibrio ecosistémico. Pero además de los problemas, las soluciones posibles tienen aún mucho más terreno en el escenario de la cooperación que en el restablecimiento de las condiciones naturales de los ecosistemas intervenidos. Por esto hay que celebrar que en Caldas, más de lo que se ha hecho visible probablemente, tenemos varios años poniéndonos de acuerdo sobre los retos y las necesidades de gestión sobre el agua y los recursos naturales.

En el oriente de Caldas, lo que nació como un conflicto socio-ambiental alrededor del uso del agua de la cuenca del río Guarinó, evolucionó hacia un Plan de Acción que resolviera las principales urgencias de la cuenca, que superaban los impactos del trasvase. Hoy día, se cuenta con un plan de acción consolidado, que además ha trascendido hacia réplicas en la cuenca de La Miel y otras cuencas del departamento.

Así mismo, en Caldas tenemos una de las cuencas piloto para la aplicación de la política nacional de gestión de recurso hídrico, que permite avanzar en la formulación de un Plan de Ordenamiento de Cuenca, que en el caso de la cuenca del río Chinchiná lidera la Universidad Nacional, con amplia participación de instituciones y ciudadanos de los cinco municipios del centro-sur del departamento. En ese entorno acaba de conformarse el Consejo de Cuenca del río Chinchiná, que es un escenario privilegiado para la deliberación y la construcción colectiva, sobre la idea que el río, que antes separaba los territorios, ahora es lo que nos une.

Bienvenida entonces la celebración del día del agua, pero que venga acompañada, como debería ser, de la reflexión sobre lo que debemos hacer los ciudadanos y las instituciones, para que no solo conservemos el recurso que hoy tenemos, sino que ayudemos a restablecer el daño que antes hemos hecho.